Del odio al amor, solo hay un paso

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Tú eres lo que me pasa.

Nunca mejor dicho. Podía sentir mi corazón latir con tanta violencia, con tantas ganas, de decirle que parara de ser tan encantador, tan lindo, atractivo, quería gritarle que estaba feliz de que haya cumplido su promesa respecto a la sesión, porque realmente pensé que me dejaría botado por lo que pasó ayer. Pero no lo hizo, llego corriendo hacia la Universidad, y yo, ya había salido a buscarlo, al final, los nervios de no querer faltarle al otro, nos comieron la cabeza.

Estuve preocupado todo el día, no quería pensar que no podríamos hablarnos por culpa de lo que había pasado ayer; por el beso, sus lágrimas, el abrazo, todo. Las palabras sin vergüenza que tuve que decir, debe de sospechar que me gusta, debe de sospecharlo ya. Pero... ¿Y sí no es así? ¿Y sí por mi culpa él piensa que solo estoy... jodiéndole? Sería el colmo, sin embargo, estaría justificado de alguna forma, porque yo fui quien comenzó con esta mentira estúpida de tío malo. Me cubrí con una capa que no era mía, y ahora lo estoy pagando.

¿Dónde queda mi orgullo y mis ganas de ser el mejor del mundo? ¿Por qué me siento tan culpable de todo lo que he hecho? De los golpes que le he dado, de los insultos que le he gritado, de las órdenes que ha tenido que cumplir por amenazas mías. Es un absurdo tan grande, que no logro procesarlo todo como debe.

Y así, de la misma forma absurda, decidí vivir la sesión de fotos. Verlo semi-desnudo no había ayudado nada, y sé que cuando acepte la sesión yo mismo tenía el presentimiento de "Mierda, esto va a salir mal", y a pesar de que las fotos sean joyas, el tiempo invertido es plomo. Porque me pesa hablarle de la forma en la que le hablo, me pesa tratar de actuar como un gilipollas. Pero, en los medios siempre he actuado como un guitarrista resuelto de sí mismo, todos los días de mi vida, desde que la fama comenzó. Partiendo de eso, no sería difícil actuar de otra forma, pero... Nunca antes había intentado fingir tanto y que me doliera, porque yo mismo me estoy pidiendo a gritos, que por favor, diga la verdad.

Volvemos a esto, solos, con su cuerpo semi-desnudo y mi rostro desesperado por fin.

-¡TÚ ERES LO QUE ME PASA! – Y esa oración lo desató todo.

-¿Qué te sucede...? – Y esa pregunta logró hartarme por fin. - ¿Es por lo de ayer? ¿Te incomodé? ¿Te hice enojar? No tenías que haber sido tan amable si no lo soportabas, entiendo que tú...

-¡NO JODIDO IMBÉCIL! – ¿No tenía que haber sido amable? No lo fui, solo fui yo, cayendo en mi propia sensibilidad de ver a ese hombre hecho pedazos, con las ojeras más pesadas que el mundo le estaba regalando. - ¿Lo ves? Eres... eres un idiota – Subí el rostro con violencia y me di la media vuelta, cruzándome de brazos. Intentando no sucumbir ante la desesperación de decirle "¡ME ESTOY ENAMORADO DE TI!"

-¿Pero qué cojones pasa contigo? ¿Piensas que puedes gritarme de esa forma después de todo lo que he hecho por ti?

-¿Qué cosa...? – Pregunté mirándolo de nuevo. - ¿Qué dijiste...? ¿Todo lo que has hecho por mí?

-Sí – Me acerqué a él, con los ojos cristalizados por fin, de no poder soportar tanta ceguera junta. Relamí mis labios, intentando encontrar palabras, pero no podía hallar ninguna que no fuera... "Mírame, soy el gilipollas que llegó para hacerte la vida imposible y ahora..."

-¿Crees que esto es fácil para mí? – Le pregunté dejando caer mis brazos. - ¿Crees que es fácil para mí verte... como te veo ahora?

El silencio que recibí fue suficiente como para entender que estaba en lo correcto, que sí había sospechado, y que ahora mismo, todo tenía sentido para él. Pero desgraciadamente, no para mí.

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