Viejos amores

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—La playa siempre le ha gustado a tu madre, ¿Te das cuenta de como sonríe cuando estamos aquí?

—Sí, se ve muy feliz

—¿A ti te gusta la playa Samuel?

—Sí, porque a mamá le hace feliz

—¿En serio? ¿Y que hay de mí?

¿Te gustan las cosas que me hacen feliz?

***

Tres de la mañana.

—Samuel... amor, despierta... —Siento como el dolor vuelve a nacer desde lo más profundo de mí.—Es un mal sueño, despierta... —Sé que ha pasado un tiempo, sin embargo, no puedo evitar sentirme de esta forma.—Vamos... despierta, por favor... —Las lágrimas se deslizan como una caricia, una caricia propia de mi madre.

No podemos forzarnos a pretender que nada pasa, estoy feliz, sé que lo estoy. Sé que mi vida está bien, está estable, pero no podemos forzarnos a olvidar, yo no quiero hacerlo. No pretendo vivir en el pasado, pero ese tipo de recuerdos me llenan, no pretendo olvidar lo más valioso que tuve alguna vez... Una familia a la cual podría acudir y encontrar calor, un hogar.

—Déjame solo —Me puse de pie para irme directo al baño. Él sin embargo se puso de pie también y me persiguió hasta donde yo estaba.—¡Déjame solo William!

—¡No voy a hacerlo! —Gritó, yo me había derrumbado en el lavamanos, sosteniéndome fuertemente de este, pero el peso en mi espalda es mucho más grande, pero estos recuerdos son mucho más fuertes que yo mismo.—Mírame

—No —¿Por qué le hablo de esta forma? Él no tiene nada que ver.

—Mírame Samuel —Apreté mis puños con ganas a romper el lavamanos, alcé el rostro para verme en el espejo y observar el reflejo de William. Su rostro estaba serio, sin embargo, tenía lágrimas acumuladas en sus ojos. ¿Por qué de repente pasa todo esto? ¿Por qué no puedo manejarlo? Soy un adulto, debería de ser capaz de sentir como un niño.

Pero tampoco podemos forzarnos a eso, pretender que no duele cuando en realidad esta herida está quemando, poco a poco, no parece quedarse quieta, consume todo, el tiempo no es amigo más bien un combustible, son lapsos en los que ni siquiera yo comprendo porqué mi corazón se siente tan roto aunque esté reconstruyéndolo.

—Perdón...—Me abrazó por la espalda recostando su rostro. Sentí su calor, sentí sus lágrimas deslizarse por mi piel desnuda.

—Todo está bien, mírame —Pidió de nuevo con una dulce voz, incapaz de negarme voltee, y lo que vi fue suficiente para hacerme sentir un poco más fuerte.—¿Crees que estás solo?

—Es inevitable —Dije honesto, observando esos ojos cafés brillando debido a sus lágrimas.—Lo siento...

—Sé que es inevitable, yo también sé lo que es sentirse roto y abandonado, después de todo fui abandonado por mi familia prácticamente... Pero mírame —Sostuvo mi rostro con sus dos manos, su temperatura era cálida... sus manos eran cálidas.—No estoy solo, echa un vistazo, tú tampoco lo estás, no puedo ser tu padre ni tu madre, pero puedo ser un soporte parecido al que eran ellos ¿De acuerdo? —Lo abracé fuertemente mientras cerraba con fuerzas mis parpados, sostuve a ese hombre con la fuerza parecida a un desahogo.

—Perdón, perdón... —Por no poder apreciarte como se debe.—Pero a veces quisiera decirles más cosas... quisiera decirles... lo mucho que siento no haber cumplido... quisiera pedirles más apoyo, quisiera volver a empezar, sé que es tarde, sé que no se puede controlar el tiempo, pero... —Observé a los ojos a William, me miraba con un gesto calmado, sabía que estaba consiguiendo que me desahogara.—Te tengo a ti... ¿Verdad?

FISURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora