One shot - Oídos en los pasillos

100 15 2
                                        

¿Qué tan fácil es vivir siendo tú en tiempos de guerra como lo son éstos? Soy un chico de preparatoria que ha pecado por ser homosexual.

Tiendo a mirar a las personas a los hombros, porque los ojos dan demasiado miedo por lo oscuro que está. 

Y miran, y murmuran, y se ríen, porque mi cuerpo seguro que han visto, compartido, e incluso pervertido. No fue mi error, pensé que me gustaba. Pensé que le gustaba.

Vamos, pensé que estaba enamorado de mí, y yo de él, así de fácil es ésto. Quizá, más que pecar por homosexual, pequé por ingenuo. 

  —No les hagas caso tío —Escuché decir a Frank, uno de los últimos amigos que tenía en el bachiller después de los rumores—. Tienen demasiados complejos ellos mismos como para aterrizar en tu realidad.

—¿Mi realidad? —Pregunté riendo—. ¿Y cuál es esa?

—Aquella que te cuesta tanto aceptar, eres diferente, pero no eres malo por ello, los que en ésta historia son malos, son ellos.

Lo miré un momento a los ojos, siempre parecía estar risueño pese a tener en sus ojos rabia por verme a mí llorar.

—¿Cómo decirlo? Me cuesta trabajo, Frank —Contesté honesto—. He tenido tantas burlas que solo espero el momento en el que vengan a darme de palos.

—No dejaría que eso pasara —Sonreí, para él bajar la mirada y posar su mano en mi mejilla, rápidamente le dirigí la vista para notar como lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas—. ¡Hey! ¡¿Qué pasa?!

—¿Por qué demonios te ríes tanto ahora? —Me abrazó. Para yo relajar mis músculos y descansar mi rostro en su hombro—. Deja de reírte mientras lloras maldición, me duele incluso a mí.

Quizá fueron unos segundos los que estuve en su hombro, quizá fue tan corto que ni siquiera me percaté de cuanto me había relajado para ese entonces. Escuché pasos en las escaleras, lo aparté enseguida. Sabía lo peligroso que era que alguien me viera "pegado" a otro hombre justo ahora.

—Nos vemos —Susurré, casi como una ráfaga, para comenzar a caminar rápido a la parte de arriba. A la azotea.

—¡William! —Escuché a Frank decir, ignorándolo y subiendo más deprisa.

Claro que no me seguiría, tampoco era estúpido. Al momento de escuchar voces subir él también guardó silencio. Y no porque le diera pena ser reconocido como mi amigo, sino más bien por ahorrarme problemas.

La vida era una mierda, las personas eran una mierda.

La manera en que miro no es igual a la de los demás, sus ojos están apagados y los míos avisan un mar, intento demostrar que la luz sigue dentro, que no me rompo, por Daniel, por Mauricio, por Michelle. ¿Pero cómo puedo seguir tarareando en campo de guerra? A un soldado distraído le darán un balazo que atravesará la piel.

Quiero detener mi respiración y pasar desapercibido. Quiero detener mi pensar y sentir que duermo, que estoy en coma. Quiero que esto sea un sueño que, del que tarde que temprano, voy a despertar.

—¡Hey Willy chiquillo! —Escuché antes de abrir la puerta que daba directo a la azotea de la preparatoria—. ¿Qué tal estás tío? —Sentí manos tomarme del cuello y llevarme como pollo contra la pared.

Lo miré a los ojos, no sabía su nombre pero sabía que era amigo de él, de Saulo.

—¿Qué demonios quieres...? —Susurré, para apartar su mano de mi cuello y sostener la mirada fija.

FISURASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora