Sin palabras

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— ¡Guillermo!

Fue lo único que escuché, porque mi cabeza dejó de funcionar al yo entrar en la casa tan deprisa e ir directo a su cuarto, escuchando su voz y entonces; me encontré con eso.

Aquel chico –que ya había visto en alguna fotografía- me robó la paciencia, la cordura y la humanidad que tenía dejada dentro de mi corazón. Escuché perfectamente cuando dijo "no puedo sacármelo de la cabeza" y empecé a buscar respuestas en mi subconsciente respecto a cómo debía de reaccionar. Claro está que cuando se puso de pie y salió de la habitación lo primero que vino a mi cuerpo fue un instinto territorial.

Una cachetada, vaya.

— ¿¡Qué demonios haces!? —Escuché su voz, para yo apartar mi mirada de aquellos indefensos ojos grises y correr directo a él, para, sin pensarlo, abrazarlo fuertemente—. ¡¿Guillermo qué demonios haces aquí?!

—¡No te voy a ceder a nadie! —Grité—. Me quemaré si es lo que quieres, pero no te voy a ceder a nadie.

No podía respirar, mi cuerpo entero se detuvo. Escuché silencio, nadie dijo nada y nadie movió nada hasta que...

—William sal de aquí —Escuché su voz, fría, hablar, para ambos subir la mirada a Samuel y fruncir un ceño en confusión—. Guillermo William sal de aquí.

Y no podía creer lo que escuchaba.

Pero así, sin decir nada más, caminé poco a poco hacia la salida de su habitación y pronto, a la salida del departamento. Sonido blanco, se podría decir, fue lo único que había en mi cabeza. Me detuve un momento en la acera, observando las casas y aquel fraccionamiento que en algún punto estuve tan acostumbrado a ver. Mis ojos se llenaron de lágrimas y pronto, agua recorría mis mejillas. Sentía algo que nunca antes pensé sentir: rechazo por la persona que más amo.

Me quedé en silencio, observando el suelo mientras mis lágrimas comenzaban a caer. Cubrí mi rostro rápidamente con mis manos y, entonces, escuché un sonido que si bien estaba acostumbrado a oír, nunca me detendría de odiar. Cámaras.

Voltee rápidamente la mirada para encontrarme con tres camionetas recorriendo las calles del fraccionamiento y el guardia de seguridad deteniendo a una de ellas, obviamente, diciéndole que era ilegal entrar a un fraccionamiento privado para literalmente, tomar algunas fotos de alguien, después de tener un enfrentamiento verbal en el aeropuerto con una de las celebridades más sonadas del momento y su manager, corrió a Barcelona para encontrarse de nuevo con el novio que, por alguna estúpida razón, dejó ir.

Corrí en dirección opuesta a ellos, dirigiéndome a la universidad. Me di cuenta de algo mientras corría. No podía escuchar mis latidos, ciertamente, era como su ruido blanco hubiera dominado mi cabeza y todo lo que me rodeaba se hubiera ido a la mierda.

—Maldición —Era lo único que salía—. Maldición.

Soy un maldito desastre. Como siempre lo he sido, claro, pero en algún momento aquel desastre pudo detenerse y dejar paso a un pequeño pero miserable rayo de luz, porque tú me inspiras y sacas siempre lo mejor de mí. ¿Entonces dime por qué demonios estoy corriendo como un cobarde en lugar de enfrentarme a lo inevitable?

—¡Se fue por ahí! —Escuché en la distancia, una voz femenina que ahora conducía una camioneta blanca—. Oh por el amor de Dios... —Entré en un callejón sin salida y, sin darme cuenta, estaba detrás de un gran contenedor de basura—. Justo en casa...

Suspiré, para escuchar como la camioneta pasaba y, detrás de ella, varios alumnos murmuraban cosas como "¿William regresó?" "No digo nada en sus redes sociales" Dentro de mi estómago nauseas comenzaban a formarse, hiperventilando, comencé a llorar detrás de aquel bote de basura.

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