One shot - Marginado

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Es como despertar de una pesadilla.

Sientes sudor frío recorrer tus mejillas y dejas de temblar. Hay algo que te mantiene vivo y cuerdo pero aún en ese momento no lo recuerdas. ¿Quién? ¿Qué? Más importante ¿Por qué? ¿Qué sucede dentro de la cabeza de alguien cuya esperanza se está desvaneciendo?

No lo entiendo.

La razón de la cordura de un marginado debe de ser suficientemente fuerte como para mantenerlo ahí, respirando, andando, ¿entonces cuál es la mía? Mi hermana puede fallecer en cualquier momento y yo seguiré aquí.

Seguirán aquí, todo seguirá igual.

Nada cambia. Las manos que me tocaron y pervirtieron ahí siguen, y seguirán. Los vídeos, las fotos, todo sigue en internet y a nadie le importa un carajo quien es la persona que está detrás de todo esto.

Son monstruos.

Así de sin sentido es todo esto.

—¿Es ese, verdad? —Escuché mientras caminaba de vuelta a la escuela junto a Frank.

—Sí... Pues si es muy mono y todo pero... vaya mala suerte...

—Sí, vaya mala suerte —Suspiré, para Frank tomarme de la mano y al instante, yo, mirarlo de reojo mientras miles de preguntas brotaron en mi cabeza. Una de ellas se repetía constantemente, y era un "¿Qué demonios piensas que estás haciendo?"

Pese a que intenté soltarme, Frank tomó mi mano fuertemente y con esas ganas, entramos en el campus.

No sabía si era la ansiedad, pero juraría que capté todas las miradas en ese momento. Yo y mi ojo morado junto con las vendas que cubrían mi brazo, yo y el tío que ahora tomaba mi mano simulando ser no sé qué. Captaba la atención y eso me ponía de nervios. Mis piernas sintieron como un escalofrío les recorría, subía y subía hasta llegar a mi cuello, apretando este como soja a punto de asfixiar—. Frank, suéltame ya...

—No, esto es estúpido, me ofrecí a pasar por ti a tu casa para poder venir juntos y evitar peleas estúpidas, ¿por qué demonios te debería de soltar ahora que estamos aquí dentro? Tú vienes conmigo, yo vengo contigo, es así de simple.

—No necesitas tomarme de la mano para quedarte a mi lado, ¿sabes?

—Sé perfectamente que no lo necesito.

Lo miré de reojo, su rostro parecía tan triste... que me daban ganas de llorar.

¿Qué se supone que estoy haciendo mal para que pongas esa cara? Era deprimente.

—¡Hey Willy! —Escuché, para voltear la mirada y toparme con Daniel—. Perdón por no haber podido venir ayer a la escuela... de verdad perdóname... —Saqué una pequeña risita para éste dirigir su mirada a la mano que ahora sujetaba la mía—. ¿Quién eres? —Preguntó, ignorándome de repente.

—Mi nombre es Frank, soy amigo de Willy —Contestó, para yo asentir muy a mi pesar—. Lo conocí por el club de artes, nada fuera de lo común, y está bien, él estaba ahí para cuidarme por así decirlo... —Daniel miró mi rostro frunciendo el ceño, observando directamente mi ojo morado—. Sí, protegerte, puedo verlo.

—Sé lo que insinúas... —Susurró Frank avergonzado—. Y de verdad lo siento muchísimo.

—Suéltalo, vámonos Will —Contestó con voz demandante, tomando mi mano y haciendo que Frank soltara su agarre al momento—. Gracias por cuidarlo, maldita sea.

Me quedé callado mientras me llevaba hacia arriba. Subimos las escaleras de la preparatoria hasta llegar de nuevo a la azotea. Daniel tomó su teléfono con la otra mano y escribió un mensaje a quién sabe quién mientras subíamos. Me sentía un niño pequeño.

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