Dolor y empatía

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—¿Qué le quieres decir?

—Mis verdaderos sentimientos en ese entonces, quiero... que me perdone

***

—¡Samuel! —Escuché un grito proveniente de mi novio de rodillas, en el suelo, frente a mí, con un rostro de preocupación increíble. Me levanté poco a poco, sentía que mi cabeza iba a estallar, no sabía por qué. Toqué mi frente y pude sentir como la temperatura había subido dentro de mí, parecía fiebre—. ¿Estás bien? Estás sudando demasiado, incluso te ves pálido

—¿En serio...? —Pregunté algo confundido, ayer estaba perfectamente, no entendía porque la fiebre venía sin razón—. Bueno... quizá cogí fiebre el día de ayer, ¡ah! Fue porque fuimos al parque en horas de frío, supongo...

—Quizá... —Susurró preocupado—. Te dejo amor, tengo que irme a la Universidad, hoy tengo otro examen

—¿Otro? —Pregunté riendo, él asintió dejando un beso en mi frente y cogiendo su mochila—. Tu plan de estudios es distinto al de los demás, ¿verdad?

—Sí —Respondió tranquilo, sonriéndome—. En fin, ¡cuídate! Ánimo con la pintada

—Sí... no te preocupes, estaré bien —Me sonrió y salió corriendo de mi habitación. Cuando vi la hora en mi móvil saqué una risita, se le había hecho tarde por quedarse a verme, es muy idiota a veces. No sabe cómo ordenar prioridades.

Me levanté y me di una ducha, tenía que ir después al local y pintar con Saulo hoy, estaría ocupado... y tampoco me siento con fuerzas de nada. ¡Qué grandiosa manera de empezar un nuevo día!

—Confi —Susurré—. ¿Qué quieres de desayunar? —Ella me miró moviendo la colita efusivamente. Últimamente la veíamos poco por estar todo el día fuera, me partía el alma, pero no podría darla en adopción de cualquier manera—. Tenemos... —Cogí la bolsa de croqueta que estaba ya medio vacía y se la mostré, comenzó a ladrarme de inmediato—. Croquetas, y croquetas, ¿qué te apetece? —Pero sus movimientos parecían decirme "¡Deja de hablar maldita sea!" —. Vale... voy

Después de darle un poco de croquetas en su tazón me decidí por llevarme los botes de pintura hasta el local, de alguna manera me pesaban un poco más de lo que me habían pesado el día en el que las compré. ¿Qué podría hacer? Qué remedio...

En cuanto llegué me topé con Saulo fuera del local, me sonrió como de costumbre, pero en mi mente había algo que no se había ido desde el día de ayer. Las palabras de William diciendo que Saulo tenía algo que decirle... realmente me enfureció.

—¡Buenos días! Te ves terrible tío —Dijo alegre, mientras me ayudaba cargando los botes de pintura—. ¿Te pasó algo?

—Tengo fiebre... —Respondí algo irritado, subiendo la cortina metálica y dejándolo pasar—. Pasa, adelante

—Gracias —Entró con los botes de pintura y cerré el local.

Sacamos las cosas de su mochila, lo que serían las brochas y los rollos, el periódico y algunas botellas de agua. Nos habíamos divido el material y me resultaba más barato.

—¡Bien! Tenemos que poner periódico primero debajo de la zona en la que vamos a comenzar a pintar, ¿dónde quieres hacerlo? —Me preguntó mientras yo veía el pequeño local frente a mí—. ¿Samuel?

—Creo que primero que nada en esta pared —Indiqué, estábamos en la sala de espera, en la pared izquierda—. Bien, comencemos, esta pared irá de rojo...

El trabajo me resultaba agotador, me sentía terrible con la fiebre, el calor y el esfuerzo físico que estaba haciendo, pero al ver a Saulo tan tranquilo y avanzando más que yo me calmaba, me hacía sentir como si pudiera continuar y confiar en que terminaríamos a tiempo. Sin embargo, el trabajo era de repente un tema por aparte, realmente quería preguntarle acerca de lo que quería preguntarle a William el día de ayer, pero, mientras lo veía pintar me daba cuenta de su sonrisa amplia, parecía... de cierto modo, como si él mismo se estuviera forzando a sonreír.

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