Cuando me quede sola mire el lugar explore todo a mi alrededor, eso sí, con mucho cuidado.
Las horas parecían ir de manera lenta. Me senté en el catre que Carld y su amigo, al que nunca fui presentada, armaron para mí. Ellos dijeron que necesitaba descansar, al principio cuando me recosté en el no tenía intención de dormir pero todo lo ocurrido me venció y caí en un sueño profundo y, por primera vez sin ningún sueño o recuerdo.
Lo siguiente que escucho son pisadas. Me caigo de la cama con un golpe tratando de ponerme de pie.
Al principio miro algo confundida a mi alrededor, pero rápidamente me ubico y todo lo que pase ayer vuelve a mi.
La puerta se desbloquea y yo me preparo para pelear con quien sea que este afuera.
—Maira, —saluda el chofer encendiendo la luz —no hay necesidad de eso.
—¿Dónde está Carld?
—él estará aquí pronto. —coloca una maleta sobre la cama —te traje algunas de tus cosas, tal vez te agradaría cambiarte antes de que tus padres lleguen.
Mire mi ropa, no estaba sucia ni nada.
—te ves como ellos. —explico suavemente. —te sientes como ellos.
—cambiara si me ducho y me cambio.
—no, pero te parecerás mas a ti misma.
Tome la ropa e hice lo que me sugirió. Subí muy consciente de que él se quedo en el sótano.
La noche esta oscura e inusualmente silenciosa. No había ningún ruido en el exterior. Lo sentí antes de verlo y me gire.
—el baño esta esa habitación —dijo nada sorprendido por mi.
Entre en la habitación, por el tamaño diría que la principal, y al bloquee. Era tonto teniendo en cuenta el arsenal que se guardaba abajo. El año era amplio también y más moderno de lo que se esperaría en una choza de caza.
Me tome mi tiempo inspeccionado el lugar. Hermoso, pero algo no me terminaba de convencer del todo. Era una sensación que no sabía cómo explicar.
Me duche y vestí en el menor tiempo posible. En la maleta también encontré lociones corporales y unos perfumes. Los perfumes los descarte, el olor era demasiado intenso. Las lociones me relajaron y unte mi cuerpo con ellas. Las ropas se sentían extrañas pero se amoldaban perfectamente a mi cuerpo. Sin saber porque me recogí el cabello en un moño simple y desordenado.
—ahora eres tú.
Fue todo lo que él dijo cuando salí de la habitación. Luego se dio la vuelta y salió de la casa.
Lo seguí.
—jamás me dijiste cómo te llamas.
—Apolo.
—nos conocimos bien.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto sonriente.
—me refiero a, ¿si éramos amigos o solo nos conocíamos?
—espera a Carld, él y tú tienen demasiadas cosas que decirse.
—debo asumir que no dirás mas ¿verdad?
Solo sonrió y miro al camino. Su mano no abandonaba el colgante en su cuello. Me senté junto a él y espere. Unas horas después un auto entro en nuestro campo de visión y se apresuro hacia nosotros.
—son ellos. —dijo Apolo.
Del auto bajo Carld primero, luego un hombre que me miro sorprendido. Di un paso atrás cuando se acerco a mí.
—no puedes ser tú —me dijo. Su frente se arrugo con disgusto y la ira broto de él —no eres tú.
Saco un arma de detrás de él y me apunto.
—¿Qué clase de truco es este?
Carld se paró a una distancia prudente.
—baja el arma. —pidió.
Pero el apretó el gatillo y lo siguiente que supe era que el olor a sangre flotaba en el aire.

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Olvídame
FantastiqueLo primero que sentí fue... nada. No había nada, parecía estar suspendida en el aire, no podía abrir los ojos pero no me molestaba porque todo estaba tan calmado. La paz pareció durar por siempre, no sabía cuánto llevaba en ese estado, y de un mome...