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Unos días después o tal vez solo fueron horas, maldito lugar sin maldita luz. Dos hombres vinieron y trataron de llevarse a Bianca. Pelee con ellos y se fueron.

La segunda vez no volvieron solos.

—déjate de estupideces —Greg se interpuso entre ellos y yo —deben llevárselas de aquí, ya no sirve.

No le di el gusto de verme llorar. Pelee contra él, lo golpee, lo mordí, pero nada era suficiente para pararlo.

Ellos se la llevaron.

La alejaron de mí.

Los días que siguieron no fueron los mejores.

Greg, tratando de hacerme entrar en razón, según él, me visitaba varias veces. Ninguna de esas veces fue bien recibido y me encargue de hacérselo saber.

—¡¿Qué te pasa?! —me grito una vez, cuando le arroje la lámpara de la mesa de noche, lástima que no le atine.

—no te quejes, no te dio —oscuridad, la estaba amando últimamente.

—¿Por qué rompes cosas?

—¿Por qué te importa?

—esta situación me molesta —su voz sonaba cada vez más cerca —y sabes de sobra que puedo verte.

Me moví nerviosa por la habitación.

—mentiroso no puedes verme —su risa me dijo que estaba cerca.

—tienes razón —rió a mi derecha, lance golpes —pero puedo oírte y tu deberías ser capaz de hacerlo también.

Sus brazos me rodearon e inmovilizaron.

—no te has alimentado en mucho tiempo, debes comer.

—estoy esperando morir —gruñí con rabia.

—no puedo dejarte morir, eres mía, dulce.

Una de sus manos me sujeto la cabeza mientras la otra me impedía alejarme. Sabía lo que vendría a continuación. Me puse tiesa como una tabla y él me mordió.

—relájate. Dejara de doler con el tiempo. —lamio lentamente las heridas de mi cuello. —si vamos a estar juntos mucho tiempo, deberías irte acostumbrando.

Mientras Greg me sostenía junto a su cuerpo, Alfredo, junto a un par de personas que nunca había visto, se encargaron de poner orden a la habitación.

—lo hare cuantas veces sean necesarias —Greg me soltó cuando nos quedamos solos nuevamente —si no quieres que esto sea más difícil hasta a la idea.

Me ofreció su muñeca, pero me solté de su agarre, o el me dejo ir, y lo abofetee.

—no te voy a tocar, y si tengo que morir de hambre —le sisee a la cara —lo hare encantada.

—ya probamos ese punto antes, pero esperare un tiempo antes de recordártelo.

No me quede en la habitación para verlo marcharse, me encerré en el baño. Infantil, lo sé.

En estos días los malditos sueños que me perseguían, se hicieron más intensos.

—¿estas imágenes son extrañas? —ella levanto la pagina y la examino de cerca, pero para ella no tenía sentido —¿quieren decir algo?

Él rió y ordeno las imágenes por orden cronológico, y la jalo hasta que estuvo sentada en su regazo, como si fuera una niña pequeña.

—esta es historia —señalo la primera imagen —al principio la brujas obtenían su poder de los demonios, ellas hacían reuniones y los invocaban.

Ella se froto los brazos incomoda, él solo sonrió besando su sien.

—los aquelarres se fueron dividiendo hasta que unos eran mas fuerte que los otros, las brujas se retaban entre ellas y la que podía invocar al demonio mas poderoso era la que lograba dominar a las demás.

—pero no era peligroso invocarlos —interrumpió ella.

—lo era, lo es —señalo al segundo dibujo —aquí, los demonios las manipularon y mintieron para poder cruzar el umbral. Ellas hicieron sacrificios y lograron que un gran demonio tomara posesión de un cuerpo físico.

Él señalo el tercer dibujo.

—una vez que estuvo libre trato de desligarse de ellas, pero la luz del día lo revelaba tal como era y las personas lo trataban de matar.

—¿hablas de los vampiros?

—sí, mi dulce, nosotros somos hijos de la noche porque venimos de demonios —ella se estremeció en sus brazos, y no de buena manera —¿me temes?

Sus brazos se apretaron en torno a él.

—no, ¿Cómo podría temerte? —lo miro a los ojos y dijo: —te amo.

El sonrió y siguió.

—para mantenerlo bajo raya, las brujas lo maldijeron. Él tenía que beber sangre para mantenerse, ellas se la proporcionaban y él las mantenía a salvo. Un aquelarre, que estaba en contra de lo que hacían sus compañeras, los atacan y él vampiro mata a una de ellas, dándole la fuerza sobre natural y las demás características que nos identifican.

Las palabras flotaron en la neblina del sueño. Cada vez me sentía más confusa respeto a los sueños, no sueños no son, son recuerdos. Pero de donde me venían esas memorias. Habían lagunas en mi mente y las dudas eran cada vez mayores.

Si no tuviera tanta antipatía hacia Greg le podría hacer preguntas.

La puerta se abrió y un hermoso hombre entro.

—buenas tardes, —su voz era casi tan hermosa como él —soy Pete, y desde ahora yo estaré a sus órdenes.

—¿Qué paso con Alfredo?

—Greg no confía en él para cuidar de ti.

—¿Greg?, no le dices señor como lo hace Alfredo, ¿Por qué?

Él sonrió y su sonrisa era mortal, también note los colmillos asomándose.

—entonces, ¿Quién eres para Greg?

—soy tu nueva niñera.

—déjame ver si entiendo, ahora estas a mi entera disposición —la sonrisa en sus labios vacilo un instante, solo fue un momento pero fue suficiente para mí —entonces si yo trueno los dedos —lo hoce para molestarlo —tú debes venir aquí.

—no soy un perro.

—¿estás seguro?

Pete se fue dando un portazo.


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