Pero la puerta no se abrió hasta mucho después, un día tal vez, no podía asegurar nada en este encierro.
—¿Qué pasa? —Alfredo abrió la puerta de par en par, y dos sujetos entraron y tomaron a la chica que al oír la puerta se había sentado de golpe —¿Qué hacen? ¡déjenla en paz?
—señora, cálmese —Alfredo trato de detenerme pero lo aleje de un manotazo —solo la llevaremos lejos de usted.
—¿A dónde? —Alfredo evito mi mirada —Alfredo dime, ¿A dónde se la piensan llevar?
En el momento en que ella ponga un pie, a donde sea que ellos la llevaran, no la volvería a ver. Vi sus ojos y algo que no sé como nombrar me impulso a decirles:
—es mía.
—pero usted no la quiere, no la probado.
—dije que es mía, y no me gusta que toquen lo que es mío. —empuje a los hombres que sostenían el cuerpo de la chica —déjenla ahora y váyanse, no los quiero ver. —señale a Alfredo —tengo hambre, trae café, pan y fruta.
Alfredo dudo solo un segundo antes de apresurarse fuera de mi habitación. Cuando estuvimos solas, me gire hacia ella.
—hola, soy Maira. Lamento lo que paso hace un rato.
—¿no vas a matarme? —al principio pensé en verme ofendida, pero la risa se abrió paso en mi —de verdad.
—claro que no, mujer que clase de tonterías dices. —me senté en un sillón color arena y palmee el asiento a mi lado —ven, no te hare nada. —prometí.
—soy Bianca.
—pues Bianca, bienvenida a mi nada humilde jaula.
—¿Por qué estás aquí?
—Greg me trajo, aun no sé para qué —mentí —pero me mantiene encerrada aquí. No recuerdo como llegue, pero estoy empezando a recordar cosas.
—¿Qué cosas?
—olvídalo.
Un golpe en la puerta la hizo brincar, me reí de ella y me fulmino con la mirada.
—no te asustes es Alfredo —abrí la puerta y Alfredo entro un carrito con todo lo que le pedí e incluso cosas que no —gracias Alfredo, ahora puedes dejarnos solas.
El se fue, no muy convencido, pero obedeció.
—¿tienes hambre?
Acerque el carrito hacia ella y compartimos la comida. Comida, ya no sabía igual en mi boca, pero no pensaba asustar a la única amiga real que encontré en este manicomio.
—y Bianca, cuéntame algo más ti.
—¿Cómo qué?
—lo que sea, solo quiero conocerte un poco más.
—no me gusta hablar de mi familia, no es la mejor del mundo.
—está bien, no debes decirme nada que no quieras.
Bianca me estudio un momento, masticando lentamente un trozo de fruta. Di nuestra charla por terminada, pero ella me sorprendió diciendo:
—ellos me trajeron aquí.
—¿acaso no sabían que tu serias...?
—ellos lo sabían, les pagaron por mí. —ella agacho la mirada tratando de ocultar las lagrimas que caían descontroladas —ellos me vendieron... —lloro.
La atraje en un fuerte abrazo. Ella se aferro a mi llorando libremente, lentamente se calmo y la lleve hasta la cama, la arrope.
—duerme conmigo —me pidió.
—ves otra cama aquí —rió y se acurruco a mi lado. No tardamos en dormirnos.

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Olvídame
ParanormalLo primero que sentí fue... nada. No había nada, parecía estar suspendida en el aire, no podía abrir los ojos pero no me molestaba porque todo estaba tan calmado. La paz pareció durar por siempre, no sabía cuánto llevaba en ese estado, y de un mome...