Greg
Estaba ansioso, no podía dejar de pensar en Maira.
Pete no me dejaba solo ni un minuto y si él no estaba cerca podía ver a Alfredo en las esquinas o a Fred tras de mí, al menos Alfredo no me hostigaba.
Aunque podemos salir a la luz del día, por nuestros amuletos, somos más fuertes en la noche.
—¿me estas escuchando? —Pete se paso la mano por el pelo y su amuleto llamo mi atención —estamos tratando de trazar un plan y tú, no sé donde estas.
—aquí. —dije sin mas. —¿Pero qué quieres que te diga?
—cualquier cosa.
—ya sabes lo que pienso de este plan, me parece que estamos esperando demasiado tiempo. —me queje.
Pete rodo los ojos, exasperado porque no entendía su punto de vista.
No necesitaba entender, necesitaba actuar. Y para eso tenía que esperar.
Al salir el sol, salí también yo seguro de que nadie podía seguirme hasta que anocheciera. Eso me daba unas horas de ventaja. Corrí tan rápido como pude.
Si la llevaron a sus tierras, tenía una vaga idea de donde podría estar Maira ahora. Cerca de donde capturaron a uno de los suyos había una cabaña, podía llegar lo que no podía era acercarme mucho.
Estaba buscando un punto débil en su barrera cuando la vi.
—¡Maira! —grite sin importarme que me oyera alguien mas, ella se sobresalto y grite otra vez. —¡Maira!
Maira se quedo quieta y momento después camino directo a mi.
—Maira.
—¿Cómo me encontraste? —dijo confundida.
Me deje caer frente a ella.
—Maira, no pensé que te vería de nuevo. —dije sinceramente.
—¿Por qué estás aquí?
—por ti.
Ella estaba intranquila, no dejaba de ver a todas partes.
—vete. —jadeo —aléjate de mí, olvídate de mi.
—jamás me alejare de ti. Jamás te olvidare.
Maira inhalo bruscamente, como si se ahogara.
—¡Maira!¡Maira!
Maldita barrera. Me acerque tanto como podía sin ser expulsado por su fuerza. Ella cayó sobre sus rodillas antes de desmayarse.
Estaba tan concentrado en ella que no note la sombra que lentamente se acerco hasta pararse junto a ella.
—aléjate de ella. —gruñí.
Él rió.
—¿O qué? ¿Qué me harás?
—juro que te matare.
—antes la mato a ella.
—¿Qué le has hecho?
Él la movió con la punta del zapato como si fuera un bulto.
—aun nada. Pero si te quedas un poco mas podrás ver todo lo que voy a hacerle.
Rugí y embestí la maldita cosa que me separaba de ella. En cuanto la toque me expulso con demasiada fuerza, lo último que oí fue la risa de ese maldito.

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Olvídame
ParanormalLo primero que sentí fue... nada. No había nada, parecía estar suspendida en el aire, no podía abrir los ojos pero no me molestaba porque todo estaba tan calmado. La paz pareció durar por siempre, no sabía cuánto llevaba en ese estado, y de un mome...