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Carld

Deje a Maira hablando con su padre.

Tenía que localizar a Marc, él muy estúpido aun no se ponía en contacto conmigo. Si no hablábamos antes que nada, las cosas se pondrán de lo más feas.

—Carld, —me llama Jerik —tenemos que hablar.

Me sorprende verlo tomado de la mano de Maira.

—¿De qué? —digo cauteloso.

—de todo. —dice el simplemente.

Maira me dice algo más.

—cree que pueda recordar algo. —mi atención se centra totalmente en ella —si ustedes me ayudan, claro.

Mi mente va a mil por hora.

—¿Cómo te podemos ayudar?

—podemos revisar el grimorio de la cofradía y buscar algo que nos pueda ayudar con su memoria.

Si ella recuerda todo...

—claro —consigo decir. —debemos irnos entonces.

Mientras más distancia ponga entre nosotros mejor, pienso. Lástima que Jerik piense otra cosa, porque dice.

—será bueno llevarla con nosotros. —lo miro con, literalmente, la boca abierta —no queremos que ella desaparezca una vez mas ¿O sí?

Sonrío.

—claro que no, pero —pienso rápido —será mejor si tú te adelantas y le cuentas esto a Ciela —veo que Maira no está muy contenta y añado —además no podemos llevarlas hasta ahí con la luz del día.

Eso los convence.

—¿Cuándo tendré un... —ella duda —amuleto?

—cuando seas lo suficientemente fuerte. —le dice Jerik con cariño.

—será mejor que vayas de una vez, si Ciela se impacienta vendrá.

El ríe porque sabe que tengo razón.

—si mi niña, ya sabes cómo es tu madre.

Todo se siente distinto entonces. Jerik lo dijo sin pensar, pero Maira está pensando seriamente en lo que él le ha dicho.

—lo siento —se disculpa con prisa, Maira sonríe y asiente pero no lo hace de corazón se ve —mejor entra en casa, el sótano está equipado por si necesitas algo. —toma su mano y le da un pequeño apretón alentador —estaré aquí y no vendré solo.

Maira solo asiente, ni siquiera intenta sonreír esta vez.

Cuando el auto de Jerik ya no es visible ella se gira hacia mi.

—¿Qué crees que pase?

—hablaran durante el día y en la noche, —le dedique una sonrisa —o antes, estarán aquí para verte y cubrirte de besos.

Ella se veía nerviosa.

—¿Qué mas ronda por esa cabecita tuya?

Maira se mordió el labio y vi los colmillos asomarse.

—¿Tienes hambre? —Ella se removió incomoda a mi lado —¿Por qué no lo dijiste antes?

—porque no es fácil. —sus ojos se clavaron en los míos —no quiero que me miren como una amenaza.

El alba amenazaba con asomarse. Sin querer se nos había ido la noche hablando.

—vamos dentro, ya esta amaneciendo.

Ella me siguió de regreso al sótano.

—no tardare, iré a asegurarme de que todo está bien.

Ella asintió y acomodo su cama preparándose para dormir.

Revise todo en el piso superior y me di valor para lo que iba a hacer. Cerré las cortinas y asegure las puertas. Cuando entre al sótano otra vez ella ya se encontraba somnolienta.

—¿Cómo estás?

—bien, creo. —dijo débilmente.

Yo no lo creía. Me quite la casaca y la camisa, ella se puso alerta de pronto. También me deshice de mis amuletos, de todos.

—¿Qué haces? —dijo al fin.

Me acerque a la cama.

—debes alimentarte. —espere a que ella procesara lo que dije antes de sentarme. —no quiero que estés débil para lo que sea que pase hoy.


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