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Greg:

Todo estaba listo el ritual. Alfredo estaba quieto a un lado de la habitación, tan quieto y callado como una estatua. Los lloriqueos del tipo que habíamos escogido me estaban hartando, también lo hacían los de la niña que mantenía Fred cautiva, pero los de ella eran por una razón distinta.

—déjala ir —me pidió la hermana de la niña, por fuera se le veía tranquila pero la manera en que sudaba y el latir de su corazón me decían lo contrario. —ya me tienes aquí y haré lo que digas.

Me mantuve impasible. El ritual necesitaba una buena bruja, y está fue la mejor pudimos encontrar en tan poco tiempo.

Ella me miró por el rabillo del ojo y trago de forma audible, no dijo más. Antes de que el ritual inicie Fred se llevó a la niña que lloró y trato de aferrarse a su hermana.

—necesito una tina, —dijo ella cuando su hermana estuvo fuera de su vista —también velas y algunas pócimas.

—tenemos todo aquí —avance hasta el cuarto de baño que habíamos dispuesto antes. —encontraras todo lo que necesitas, empieza cuanto antes y así podrás irte.

Ella entró cautelosa y revisó todo lo que allí había.

—¿Cómo sabían que es lo que iba a necesitar?

—solo hazlo. —ordene.

Ella preparó todo y espero a que sean las doce y empezó a recitar algunos hechizos mientras mezclaba las pócimas en la bañera.

Tomó la daga de plata y se hizo un corte en la palma de la mano dejando caer unas gotas de su sangre mientras susurraba con los ojos cerrados.

—acerquenlo, ya casi es hora.

Ella jadeaba agitada y cuando el tipo al que parecía casi desmayado llegó siendo cargado por Kai, ella lo dejó al lado de la bruja y se paró en la puerta tras de mí.

La bruja tomó otra vez la daga de plata y acercando la cabeza del tipo al borde de la bañera lo degolló sin miramientos. Con una fuerza que no parecía la suya mientras la sangre se mezclaba con el brebaje dentro de la bañera.

Alfredo se acercó hasta ella y sin decir nada lo sostuvo mientras ella volvió a cantar algunas palabras más.

—¿Dónde está la sombra?

—aquí. —dijo Alfredo quitándose la camisa y mostrando la cicatriz de su pecho.

Ella me miró a mi buscando una explicación.

—está dentro de mí. —tomo la mano de la bruja, con la que empuñaba la daga, y la acercó hasta el inicio de su cicatriz —en mi corazón, sácalo de ahí y úsalo.

—¿Está bien que lo mate?

Traté de no mostrar ninguna expresión al contestar:

—no pierdas tiempo.

La bruja miró a los ojos a Alfredo que no soltó su mano cuando ella abrió esa cicatriz. Sus ojos no se alejaron cuando ella hundió la mano en su pecho y sorprendida palpo algo así como un segundo corazón en el pecho de Alfredo y lo arranco. El corazón aún latía en su mano y el repiqueteo se intensificó cuando sintió al de Alfredo comenzar a fallar.

La bruja recitó con la voz temblorosa el último hechizo y sumergió el corazón en la tina.

El tiempo pareció detenerse. La bruja no podía moverse y por la expresión de su rostro había empezado el despertar de la Sombra. La sangre en la tina se tiño de negro y empezó a subir por la mano que sostenía el corazón.

Cuando estuvo completamente cubierta, la negrura fue absorbida por ella, dio paso a la Sombra.

Una hermosa mujer que habitaba en aquel corazón. Fred le acerco una bata que ella ignoro.

Estiro la mano hasta el pecho de Alfredo, al que le quedaba poca vida, y formo en la palma de su mano una pequeña bola de color y, la introdujo en la pecho de Alfredo y la cerro. La cicatriz se volvió a formar y Alfredo poco a poco retomó el color que lo había abandonado.

Tomó la bata que antes le habían ofrecido y se cubrió antes de tomar la mano de Alfredo y cuando sus ojos conectaron supe que todo volvió a él. Su alma estuvo atrapada demasiado tiempo.

—Iris. —la llame.

—¿Por qué tanto formalismo hermano?

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora