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Espere hasta que estuvo oscuro afuera, necesitaba irme. Tenía que volver con Greg. Tenía que verlo.

Tengo hambre y así no podre ir muy lejos. Tengo que buscar un buen lugar para poder comer y descansar.

La noche apenas había caído, me asomé y no encontré a nadie cerca. Era mi momento. Salí con cuidado, no llevaba más ropa que la que traía puesta. Todo parecía demasiado calmado para mi gusto, pero sabía que si me ponía a analizar la situación me pondría más nerviosa.

—¿A dónde vas?

Me sobresalte al oír la tímida voz de Lara. La busqué la mirada, pero no la hallaba cerca.

—estoy fuera, —oí su voz burlona —no me gusta estar cerca de ti.

Despacio fui saliendo, mis pasos no se oían y mi vista era excelente, podía ver todo. El rechinar de las bisagras me sobresaltó un poco, pero nadie llegó hasta mí así que seguí y salí.

—quedate donde estás. —me gire siguiendo el sonido de la voz y a lo lejos vi a Lara —no te muevas y no te haré nada.

Reí.

—no estoy jugando, —esta vez sonó más cerca. —regresa a la casa, hazlo ahora y nada tendrá que pasar.

Fuera de la casa unos focos me iluminaron. Así que quedaba expuesta. Lara no se movía, estaba fija en su lugar.

—no tengo tiempo para ti. —susurre.

Quise moverme y una punzada en la espalda me paralizó.

—te dije que vuelvas a la casa. —la punzada se intensificó y subió por toda mi es espina hasta mi cabeza. —vuelve dentro.

Grité. Y así como apareció, desapareció. Me tomo un momento lograr orientarme y enfocar mis sentidos. Lara ya no estaba a la vista, pero aún podía sentirla, su corazón no dejaba de latir de forma errática y acelerada. Lo seguí en silencio y con rapidez.

Zigzagueé entre los árboles que cada vez se hicieron más. La respiración agitada de Lara me llamaba, estaba cada vez cerca. La sangre rugía en mis oídos, mi respiración se aceleró y todos mis sentidos se pusieron en alerta para la caza.

Aceche a mi presa y le di caza sin piedad. Me alegré de sus gritos y su lucha sólo lo hizo mejor.

Cuando salí del bosque la sangre de Lara cubría mis manos y parte de mi rostro. Estaba tan hambrienta que no la deje con vida.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora