Olvídame

11

—amanecerá pronto, será mejor si le buscamos un refugio.

Carld estaba inquieto y su amigo no dejaba de ver por el espejo, no sé si me veía mas a mi o a posibles atacantes. La cierto era que habíamos viajado todo la noche a gran velocidad.

—no creo que sea buena idea, —dijo el piloto —es mejor si viajamos con la luz del sol, ellos no serán muchos en el día y estaremos mas cerca de casa al anochecer.

Yo no podía viajar de día, no si quería vivir. Pero no sabía cómo decírselo. Carld lo hizo por mi.

—ella no puede viajar en el día.

—no sé ve herida y estará mas segura. —por el espejo le mostré los dientes y el auto patino una vez mas —jamás pensé que tu...

—sé lo que soy, pero no les hare nada. —dije para tranquilizarlo —solo deseo saber quién soy.

—creo tener el lugar para que pases el día. —miro a Carld como si esperara su confirmación —la cabaña de caza no está muy lejos.

El silencio volvió a rodearnos. El auto se metió por un bosque espeso y de la nada una cabaña apareció.

—solo la pueden encontrar los que saben de ella, —abrió su camisa mostrando un amuleto hecho a mano —y con esto.

La luz que el amuleto emanaba era hipnótica, trate de tocarlo pero no pude.

—ahora no puedes tocarlo. —me dijo Carld tristemente.

Deje caer la mano.

—la cabaña tiene un sótano, no es muy grande pero puedes pasar el día tranquilamente.

—¿ellos no me encontraran aquí?

—no sé si lo sentiste o estás muy nerviosa para notarlo, pero la cabaña está protegida y nadie que no esté invitado puede entrar.

Me invitaron a entrar en la cabaña y me llevaron a un sótano lleno de toda clase de armas. Me sentí nerviosa.

—ahora, —dijo el conductor —sé que no recuerdas, pero —tomo un arma de la estantería —¿también olvidaste como funciona una de estas?

—esa cosa me da miedo.

En cuanto las palabras salieron me arrepentí de ellas.

—¿no puedo ir con ustedes?

Ellos se miraron antes de que Carld tomara la palabra.

—Maira, es de día y no podrías ni dar un paso antes de prenderte en llamas.

—pero ustedes no pueden pasar el día aquí y luego todos irnos cuando la noche caiga.

—por ahora no es seguro que vengas con nosotros. —Carld tomo mis manos —traeremos a tus padres aquí y ellos confirmaran con nuestra gente que en verdad eres tú.

—ellos vendrán —dije mas para mí misma. —¿Qué pasara cuando vean lo que soy?

—podremos darte tu amuleto y entonces serás una de nosotros una vez más.

—¿Qué son?

Ellos volvieron a comunicarse con la mirada antes de decirme.

—somos brujos Maira.

A mi mente vinieron todos los recuerdos de los sueños que he estado teniendo.

—¿brujos?

—sí, y no de cualquier aquelarre. —se enderezo orgulloso —somos unos de los mas antiguos aquelarres que existen en estas tierras.

—La sangre mas pura de nuestro pueblo corre por sus venas —dijo el conductor.

Me sentí feliz al saber que pertenecía aquí. Pero lo que el amigo de Carld dijo me puso triste una vez mas.

—por las mías ya no.