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Greg

Espere en el bosque, ella siempre viene a recoger platas aquí.

Su dulce tarareando anuncio su llegada. Me cubrí para que no me viera. Ella empezó a recoger flores y plantas.

Me gustaba verla, pase los últimos dieciseises años solo viéndola. La bruja me aseguro que ella era. Yo no le veía parecido alguno.

Pero Charli, la bruja, fue en busca de mi amada y en una pequeña cabaña en el bosque apartada del aquelarre había nacido una pequeña, muerta. Cuando se preparaban para enterrarla ella volvió, asi sin más, solo volvió. Charli me dijo que vio el momento en que el pequeño gorrión entro en la pequeña.

Nadie más la vio.

Apreté el colgante en mi pecho y este pulso. La pequeña piedra que me quedo de ella, latía.

—¿Quién eres?

Esa voz.

—¿Qué haces aquí?

Mire sus hermosos ojos azules y me perdí en un pequeño destello que los oscureció al más hermoso chocolate. Conocía ese brillo. Amaba ese brillo. Extrañaba ese brillo.

Ella estrecho sus ojos y al parpadear volvió el azul.

—¿Qué eres tú?

Su mano se acerco a mí y la poso sobre la mía, la que sostenía la piedra. Me sostuvo la mirada hasta que oyó que la llamaban.

—¡Yara!

Ella giro en dirección a la voz y aproveche el momento ese momento para alejarme solo un poco. Ella me vio, sus ojos me siguieron y entonces me sonrió.

Cuando la vi alejarse sonreí. Ella siempre me hizo sonreír.


Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora