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La mudanza fue rápida. No había mucho tiempo al caer la noche.

La casa nueva no era tan lujosa como la anterior, pero tenía todo lo que podíamos necesitar. Tampoco era muy grande así que no nos quedamos todos juntos. Estábamos distribuidos por el lugar, con la casa en la que Greg, Iris, Alfredo y yo, en medio de cuatro casas más.

Nuestra habitación era el sótano, por mi, en la parte superior estarían Iris y Alfredo. Todas las casas se conectaban por una red de túneles que llevaban a una salida de emergencia en caso de ataque.

La primera noche que pasamos en la casa, salimos en grupo a ver las demás casas y reconocer el lugar. No Iris o Alfredo nos acompañaron.

También salimos a cazar algo. Sin éxito.

Al volver a la casa vimos a Iris bestia con una túnica negar. Ella había dispuesto algunas velas y se encontraba sentada en medio de todas ellas, leía y recitaba algún hechizo del grimorio que tenía.

—¿Qué hace? —le pregunté a Greg.

—Termina algo.

Iris nos vio y nos pidió que nos acercáramos. A medida que entraba al círculo de velar, recordé el hechizo. Ahora ya no era tan complicado como lo fue antes. Sólo faltaba terminarlo.

Greg se mantuvo fuera del círculo de velas.

—Creo que ya sabes que trato de hacer. —me dijo ella. —sólo faltaba que la Madre Luna te diera su bendición, ahora ella s oscura y pediremos ayuda a las sombras para que te guarden.

Recitamos juntas un hechizo y al final de este las sombras bailaban a la luz de las velas. Ellas me llamaban por mi nombre.

—Respóndeles. —me pido Greg.

Maira. Susurraban bajito a mi derecha, luego a mi izquierda.

—No temas. —Iris estiro la mano y la sombra parecía haber unas reverencia a ella.

Hice lo mismo y la sombra tomó mi mano, la sentía fría y un escalofrío me recorrió por completo. Ellas, las sombras, reían de mi reacción y hablaban, pero lo hacían tan rápido que no podía entender que decían.

Iris había levantado su capucha y con ella se cubrió parte del rostro, sólo si boca era visible. Una sombra se le acerco y le entregó un frasco. Ella me lo dio a mi.

El contenido bailaba como soy el fuego de las velas estuvieran dentro. Mire a Iris pero ella sólo lo mantenía extendido había mí, esperando que mi tomará. Mire a Greg y él seguía donde lo había dejado.

—¿Quieres vivir como yo vivo?

Tome el frasco que La Sombra sostenía para mí y lo bebí.

El líquido quemó y pude sentir cuando las velas se apagaron al paso de Greg. Él me sostuvo contra su pecho cuando deje caer la botella. Un grito escapó de mí. Mis huesos se quebraron o así se sintió. El tiempo se detuvo y el dolor fue en aumento. Greg me hablaba pero no podía oírlo, la sangre rugía en mi cuerpo y ardía, empuje a Greg llegué porque su tacto me quemaba el cuerpo.

Arañe mi garganta por la falta de aire y jadee fuertemente al sentir hambre. Hambre, comida, sangre; cantaba una y otra vez en mi cabeza.

Entonces el dolor dio un paso al lado y el hambre me dominó. Olfatee el aire en busca de algo.

Un rugido alertó a mi comida. Mata, gritaba una voz en mi  cabeza. Pero fui retenida. Luche y peleé con todo hasta que sentí el cobrizo sabor a sangre en mi boca. —Despacio —me susurraba —con calma, bebe más lento.

Enfoque los ojos rojos de mis sueños y luego vi la cara de Greg. Estaba sosteniendo mi nuca nuca mientras bebía de su muñeca. A medida que tomaba el sabor fue cambiando, ahora yo sabor era horrible y quise despegarme de él.

—Bebe un poco más. —me pidió.

—No sabe bien, no quiero más. —lloré con hambre.

Me acaricio con la yema de los dedos la mejilla.

—Lo sé, pero por ahora eso debe ser suficiente. Muy pronto amanecerá y no podrás salir, no pienso dejarte sola.

Gemí y frote mis ojos con cansancio. Greg me acuno contra su pecho y me meció hasta que quede fuera de combate.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora