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—una pregunta más y se acabo. —mi mente estaba confundida —El hechizo también.

Después de esto el podría mentirme una vez mas.

—¿Tu me buscaste cuando desaparecí?

Y el silencio se instalo entre nosotros.

—no.

—¿no?

—no, note busque porque te di por muerta.

Por eso Apolo se sorprendió tanto cuando me recogieron. Por eso Jerik, mi padre, trato de dispararme en cuanto me vio. Sentí algo deslizarse lejos, el hechizo se había roto.

—sé que el hechizo ya está roto, pero por favor contéstame algo mas —respire hondo —¿Por qué creyeron que estaba muerta?

—encontramos tu auto destrozado fuera de nuestras tierras, había demasiada sangre para que alguien sobreviviera a eso.

Abrí la boca para decir cualquier cosa pero nada salió.

—será mejor que descanses, —miro mas allá —pronto amanecerá y tus padres estarán aquí.

Asentí y me acurruque mas cerca de él. Como si eso fuera posible.

El sueño no volvió a mi, no sé si por los sueños o por la plática con Carld. Me fue imposible dormir.

—ya casi es de noche. —Carld se puso de pie y se alejo de mi —será mejor si preparo todo para su llegada.

—¿éramos cercanos?

Él se detuvo cerca de la escalera y se volvió para mirarme.

—sé que no estás en la obligación de contestarme, pero me gustaría que lo hicieras.

—sí.

Prácticamente escupió la palabra antes de darse vuelta y empezar subir las escaleras a toda prisa. Me apresure a seguirlo.

—¡Carld! —llame.

Él cerro al puerta tras de si y me hablo atraves de ella.

—aun hay sol.

—por favor...

—no Maira, no me hagas volver al pasado.

—solo fueron un par de meses.

—para mí fue una vida y más.

Me apoye en la madera.

—¿Tan cercanos?

Susurre, sé que me había escuchado porque oí como inhalaba bruscamente. Pero no dijo nada un rato después sus pasos se alejaron lentamente, como si no quisiera irse. Pero lo hizo.

Solo faltaban un par de horas para el anochecer, pero parecían infinitas. Oí cuando un auto llego, oí los pasos acercarse y oí a Carld advertir, a quien sea que estaba ahí con él, que no abrieran hasta que sea noche cerrada. Para estar más seguros, dijo.

Me pasee por el sótano impaciente. Pero cuando recordé que era a mis padres, mi madre en concreto, a los que vería ya no quería que la noche llegara tan rápido.

Oí los pasos mucho antes de que la puerta se abriera. Me pegue al lugar mas oscuro y mis instintos se hicieron cargo.

—¿Dónde está?

Una mujer.

—está aquí.

Carld.

—queremos verte, estamos desarmados.

Jerik.

Me hizo reír, ellos estaban desarmados pero esto era una armería y tenía demasiadas armas con las que podían hacer mas que matarme.

—¿Dónde estás?

La voz de la mujer sonaba molesta y sus pasos se apresuraron por la escalera.

—espera Ciela.

Le susurro Carld.

Pero ella no lo oyó y antes de que supiera que pasaba una luz me cegó y un cuchillo se clavo en mi garganta.

—¡Ciela! ¡Basta ya!

El cuchillo desapareció junto a Ciela. Ella subió las escaleras rápidamente y la perdí. Aun estaba sorprendida de que me sorprendiera.

No me moví, no hable, no hice nada.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora