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La mañana llegaba demasiado rápido y aún no podía llegar hasta Greg. conocía el camino, sólo debía cambiar un poco el rumbo y estaría cerca de la Ciudadela a la que me llevaron en aquella caja.

Corrí lo más rápido que pude, mis piernas me gritaban que descansará pero seguí corriendo. En la puerta del templo dude, ¿Qué pasaría si no podía entrar? Sabía lo que las guardas podían hacerme, aunque no fuera totalmente vampiro.

El sol empezó a brillar y proyectar los primeros rayos. Eso me dio el último empujón y entre. Además de una pequeña corriente que me recorrió el cuerpo y erizo los vellos de mi cuerpo, no sentí nada más.

El gran agujero en la parte superior de la cúpula de este lugar sería un gran problema. Mi memoria aún no había vuelto por completo, tenía algunas lagunas de las que no me preocupa pero que me serían de mucha ayuda ahora. Cerré los ojos, inhale profundo y trate de concentrarme. Mi cuerpo actuó por voluntad propia y me vi caminando, escabulléndome y riendo con alguien más.

Me seguí.

Pase la mesa del centro y llegué hasta la otra punta del lugar. Una pequeña puerta que nunca estaba cerrada y que daba a las escaleras. Baje y me oculte en el primer lugar lo suficientemente oscuro que encontré. Mis ojos se estaban cerrando, me acurruque y dormí.

****

Salí cuando estuve segura de que estaba oscuro afuera. Me sentía cansada, porque a pesar de dormir un poco me despertaba cada vez que oía algún ruido.

Subí despacio las escaleras y espere a oír algo que me indicará que había alguien por aquí, pero todo estaba tranquilo. Mire hacia la cúpula y note lo oscura de la noche, me apresuré hacia la salida.

La puerta se abrió de golpe y se azotó con un inusual viento fuerte.

—pero que tenemos aquí.

Me giré hacia el lugar de donde provino la voz, pero no había nadie.

—¿Qué te trae por aquí?

Gire en todas direcciones y nada. Retrocedí un par de pasos para ver si salía de donde sea que se escondiera pero no parecía haber nadie aquí. Era hora de irme, pero mi cuerpo no reaccionó. No me podía mover.

La risa entró con el viento por la puerta y Luss apareció flotando como si fuera un fantasma.

—no pude creer verte aquí.

—¿Por qué Luss?

—aun no lo sabes —ella floto hasta mi —claro que lo sabes, vamos hermanita sé que puedes recordarlo. Esfuérzate.

La mire molesta. Molesta por no poder recordar nada, aún tenía lagunas que no podía llenar.

—esto esta poniéndose aburrido. Te lo recordaré, sólo porque te quiero. Cuando padre te llevo al aquelarre la primera vez ¿Sabes a que ibas?

—padre quería presentarme en el aquelarre.

Ella rió.

—claro que no. Te llevo ahí para que seas una guía. Pero Carld te vio y le pidió a su madre que interceda, padre debía entregar una guía y me entregó a mí.

Una guía era una sacerdotisa, ellas debían estudiar y dedicarse a la Diosa Madre para que nos brindará su fuera y sabiduría.

—pero no fue mi culpa que Carld se fijará en mi.

—claro que lo fue. —su hermoso rostro perdió la belleza por una mueca de asco —tu no debiste seguirlo, no debiste meterte entre nosotros, no debiste acercarte a nadie esa noche y menos a Greg.

Yo lo sentí primero, pero Luss reaccionó igual que yo.

—parece que tenemos más invitados. —su mirada cambio a una negra como la noche —lástima que no tengo nada para poder darles la bienvenida. La próxima vez los podré recibir a todos.

Salió caminando como si nada y hasta que estuvo fuera de mi vista no pude mover un músculo.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora