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El accidente. Ahora recuerdo como fue.

Estuve desaparecida dos meses porque estuve un mes en esa cabaña, la de Carld. Y un mes en casa de Greg.

Greg estaba a punto de conseguir un amuleto para mí, pero Carld se entero y me retuvo en esa cabaña con la ayuda de Marc.

Marc, mi propio hermano me había traicionado.

—¿Estás bien? —la voz de Jerik me trajo de nuevo al presente. —no te preocupes por nada —él se sentó a mi lado y me rodeo con un brazo, como solía hacer cuando estaba asustada. —lo resolveremos, no tienes porque llorar.

Toque mi rostro extrañada y lo encontré mojado. No me había dado cuenta que estaba llorando hasta que él lo menciono.

—¿Cuánto tiempo estuve fuera?

—solo unas horas. —su voz era dulce y empalagosa y me daba asco saber que lo hacía solo porque no podía recordar lo que me hizo.

Su mano, que paseaba lentamente por mi cabello, se detuvo de golpe y se puso rígido a mi lado.

—¿hace cuanto que no te alimentas?

Estaba gruñendo y mostrando mis colmillos, pero no era de hambre era ira la que me hacía sentir de esta manera.

¡Mátalo! —gritaba mi cabeza.

Casi podía imaginar cómo seria de fácil romper su cuello y dejarlo tirado. Seguir con los que estaban arriba tampoco sería complicado. Los mataría a todos y huiría lejos como siempre pensé que haría. Pero eso sería más una declaración de guerra y estaba segura que Greg se vería involucrado en esto.

Greg.

Pensar en él desinflo mi rabia. Mis hombros se desplomaron y mis ojos se humedecieron por el recuerdo del poco tiempo que pasamos juntos.

—hasta que podamos arreglar este pequeño problema, puedes beber de mi.

Su propensión me dio arcadas.

—no.

—que no te de pena, hija. —quería golpearlo en la cara por llamarme hija, él ya no tenía derecho.

—no lo hare. —prefiero morir de hambre antes que beber de ti. —puedes dejarme sola.

Él me miro fijamente, como si supiera o al menos sospechara algo. Con Jerik debía ser cuidadosa, si él tenía aunque sea la mas mínima duda yo corría peligro.


Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora