Los días pasaban demasiado rutinarios para nosotras. Pero para amenizarlos un poco teníamos a Alfredo.
—quiero música —pedí cuando Alfredo abrió la puerta —ahora.
En otra ocasión pedí.
—quiero películas —Bianca reía desde el baño, que era donde se escondía cuando la puerta era abierta —románticas y de aventura.
—¡animadas! —grito Bianca desde su escondite.
—y animadas, hoy si es posible.
Solo debía ordenar y Alfredo se encargaba de hacerlo realidad. Todo menos:
—quiero salir.
Alfredo se quedo con la puerta a medio cerrar.
—sabe que eso no puedo hacer, lo siento señora, son ordenes del señor.
—lo sé Alfredo, pero no pierdo nada con intentar.
Bianca salió del baño y se sentó a mi lado.
—no te han traído mas comida —hizo comillas con los dedos cuando dijo comida y sabia a que se refería —debes comer, tienes que estar hambrienta.
—no quiero que me traigan a nadie para eso.
—pero lo necesitas, —tomo mis mano entre las suyas —yo confió en ti. —acto seguido desnudo su cuello para mí y se monto a horcajadas en mis muslos —confió en ti, bebe.
Las venas en su cuello resaltaban, sus latidos se volvieron mas y mas veloces, para mis oídos era como una melodía que me volvía loca. Su respiración salió de sus labios como un suspiro pausado cuando puse una mano en su cintura y otra tras su cuello.
La mordí. Pero no de forma brusca, me tome mi tiempo saboreando cada sorbo que ella me dio. La solté y lamí las heridas antes de echarme para atrás y verla a la cara. Sus ojos estaban cerrados pero su rostro estaba en paz, cuando abrió los ojos y me miro, en verdad me vio.
Se inclino y me beso, en los labios. Fue un pequeño toque que encendió una chispa en mi y antes que se alejara le devolví el beso. Pero un beso de verdad, un beso que hizo a mi cabeza dar vueltas.
Cuando nos separamos estábamos agitadas y las mejillas de ella estaban sonrojadas.
—yo... yo no sé... —ella sonrió de esa forma dulce que empezaba a amar —¿estás molestas?
—no, me gusto. —susurro.
Entonces la bese una vez más.
—¿Cómo pudiste hacerlo? —ella se arrodillo junto a un cuerpo, una chica joven como ella —la mataste, ¿Por qué?
—ella te delato —él se paso las manos por la cara frustrado, pensaba que ella se alegraría que la traidora no la molestaría —es por culpa de esta... esta maldita niña, que perdí el hechizo. Estaba tan cerca de conseguirlo.
—¿y la mataste? —las lagrimas se arremolinaron en su garganta haciéndole difícil hablar —¿sabes porque lo hizo? ¿hablaste con ella o solo la mataste?
Él dejo de moverse para verla fijamente. No se le había pasado por la cabeza hablar con la niña, solo actuó.
—ella era tu amiga y te traiciono, ¿Qué más podía hacer?
Ella se puso de pie, todo esto era demasiado. Él trato de tocarla.
—déjame sola, ahora no puedo verte.
—¿De qué hablas? No voy a dejarte sola, nunca.
—y cada vez que te molestes o que alguien me moleste, ¿pasara esto?
Él miro confuso el cuerpo a los pies de su amada, estaba tratando de controlar su ira. Respiro varias veces y dijo:
—esto es necesario.
—¿para qué?
—para mantener el orden, para tenerlos a raya. Si vamos a vivir juntos, es mejor que te acostumbres a tratarlos así. Son simples humanos después de todo.
—¡yo soy una simple humana!
—no por mucho.
Ella se alejo de él, su cabeza era un caos.
—no sé cómo puedo amarte...
Él se quedo parado mirando el lugar en que ella estuvo parada, no la persiguió cuando ella echo a correr. Ella dudaba, eso no era bueno.
me sentía mareada. Esta clase de sueños me dejaban confusa. Los odiaba.
—¿te pasa algo? —la mano de Bianca tomó la mía —te estoy hablando y tu no me haces caso, estas en la luna.
Sonreí viéndola en la cama, toda relajada y me sonroje al recordar porque estaba así.
—no es nada, —le di un beso —a veces me despierto un poco lenta.
Sus brazos rodearon mi cuello apretándome a su cuerpo desnudo.
—¿Qué quieres desayunar?
—que te parece si primero nos damos un baño, —se mordió el labio con coquetería —juntas, ¿te gusta mi idea?
—buena idea.
Ducharnos juntas fue divertido, en todos los sentidos. Si a una hermosa chica le sumamos agua y jabón, tenemos la receta perfecta para divertirse. Solo para adultos.
—toma esta bata, —en el armario de la habitación tenía más ropa de la que podría usar —será mas divertido si estas vestida esta vez.
Le pedí.
La puerta se azoto contra la pared cuando Greg entro hecho una furia. Miro a Bianca y luego a mí y antes de que pudiera reaccionar la tenía sujeta por el cuello.
—déjala, —rogué —solo suéltala, por favor.
Pero Greg no me oía.
—es por ella que no me quieres cerca de ti —dijo.
—no sé de que hablas, por favor suéltala no la lastimes.
El me miro, sus ojos eran dos posos negros. Su mano se cerró en el cuello de Bianca y apretó, fuerte. Un pequeño chasquido hizo eco en la habitación. El abrió la mano y el cuerpo de Bianca se desplomo a sus pies.
—ahí la tienes, toda tuya —la movió con el pie —aprovéchala, aun está caliente.
No lo pensé, actué. Me arroje a Greg con todo lo que tenía. La furia me cegaba.
—eso está mejor —gruño en mi rostro —pero aun no es suficiente.
Lo empuje y él me empujo. Lo golpeo y él me golpeo. Lo intente derribar y él me derribo.
—¿Dónde estaba toda esta pasión?
—¡te odio! —grite —¡te odio!
Greg descubrió su cuello y lo mordí. Su sabor era fuerte, la sangre que corría por sus venas era la de un guerrero.
—mía, eres mía.
Llore.
—mátame —jadee —ya no quiero seguir, mátame.
El solo me miro no dijo nada tampoco me sostenía, porque había dejado de luchar. Tome sus manos y las puse alrededor de mi cuello.
—será fácil, solo tienes que apretar y acabara pronto.
El apretó su agarre en mi cuello, pero no lo rompió. Me sostuvo en mi lugar y me mordió, fuerte. Dolía más de lo que lo hicieron las primeras veces, pero no me resistí, espere a que acabara. Con migo muerta si fuera posible.
—¡¿Qué te pasa?! —me sacudió por los hombros —pelea.
Me mantuve quieta y callada, lo que lo enfureció más. Me golpeo en la mejilla y luego se fue dejándome sola con Bianca. Me arrastre hasta su cuerpo y la apreté contra mi pecho, nos acurruque juntas como antes.
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Olvídame
ParanormalLo primero que sentí fue... nada. No había nada, parecía estar suspendida en el aire, no podía abrir los ojos pero no me molestaba porque todo estaba tan calmado. La paz pareció durar por siempre, no sabía cuánto llevaba en ese estado, y de un mome...