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La tarea era sencilla, robar la energía que Madre había  canalizado en Maira cuando fue concebida.

Espere a que cada uno tomara la fruta que les brindaría un poco del poder de Maira, ella ya había vuelto a su apariencia normal y el árbol empezaba a secarse. En el momento en que comieran las frutas estarían más vulnerables.

Una firme muralla, formada por los miembro más fuertes de nuestro aquelarre nos rodeó. Madre estaba tan concentrada en terminar el ritual que no noto nada extraño hasta que teníamos un puñal alrededor del cuello.

Pero Madre ni se inmutó, Enry estaba frente a ella tan rápido y con una daga lista.

A mí señal empezó el ataque, todos los que no estaban conmigo, todos los que sabía no me serían leales, no me servirán de nada. Sus corazones fueron atravesados con dagas de cristal para evitar que su magia pudiera hacer algo.

El rostro de mi madre cuando Enry clavo la daga en su pecho en lugar de ponerla en sus enemigos, me hizo reír. Una sensación como ninguna otra me atravesó, el poder de ver la vida de ella extinguirse tan fácilmente.

Lo mismo estaba pasando en el aquelarre. Todos los que estaban con mi madre, eran enemigos.

—¿Qué hacemos con él?

Mi gire para ver a Greg maniatado boca abajo. Lo movieron con la punta del pie haciéndolo gruñir y mostrar mis dientes, a pesar de la mordaza. Nos hizo reír.

eso mis lo llevamos.

Desate con mucho cuidado a Maira y la lleve hasta el auto.

Ahora nada impedirá que sea solo mía.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora