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Ella estaba viva. Le pedí claramente a Marc que se deshiciera de toda la evidencia que me vinculara con ellos. ¿Cómo era posible que ella estuviera viva?

—¿Dónde está Marc?, lo mande llamar hace más de una hora y aun no está aquí.

La pequeña sala de la casa de Lara, mi ahora novia, me parecía más pequeña ahora.

Lara entro y me sonrió, ella es hermosa, pero ella es más hermosa aun. Sus ojos siempre me cautivaron.

—¿Cuándo volvieron?

—no hace mucho, tengo que hablar con Marc y también con Jerik antes de volver.

Estar dentro se volvió molesto. Necesitaba aire así que salí y ella me siguió.

—si vas a hablar con Jerik también ¿Por qué no los vas a ver a casa de él?

La mire a los ojos, Lara siempre tan inocente. Le di un pequeño beso en la nariz ganándome una sonrisa.

—será mejor que vayas adentro, no quiero que te involucres en esto.

Su gesto de volvió serio.

—¿tan malo es?

—demasiado, —no le daría detalles, ella no los necesitaba —primero tengo que decírselo a Marc y luego ya veremos.

Ella quería saber mas. Podía verlo en sus ojos, en su forma nerviosa de mover las manos, pero no hizo más preguntas. Eran tan distintas. Lara era sumisa, ella no. Jamás hubiera estado tranquila con esa respuesta. Eso es lo que mas extraño de ella.

Pero ella ya no está.

—ve adentro.

Ella sonrió y se fue.

—¿Cómo crees que se lo tome Jerik? —Enry, mi hermano, se apoyaba contra la puerta de su camioneta —si Maira le dice alguna cosa...

—te recuerdo que Maira no recuerda nada, apenas sabe cuál es su nombre.

—no podemos confiarnos de eso. —movió el anillo de su dedo pulgar, lo hacía siempre que tenía algo en mente —atar cabos sueltos.

—¿en serio hermano? —me estaba empezando a molestar —atar cabos sueltos fue lo que me puso en esto.

Enry no levanto la mirada de su anillo. Eso me molesto mas, empecé a acercarme a él y queriendo golpearlo hasta que diera las respuestas que quería.

—está aquí —Lara hablo suavemente desde la puerta.

—tráelo hasta aquí —ella asintió.

—ahora estas mejor, ella no jode como...

—cállate.

Jerik salió de casa luciendo como el dueño del lugar. Estaba en sus cincuentas pero no lo demostraba, su presencia era imponente.

—¿Qué era eso tan urgente que no pudo esperar mas?

Hasta su voz era imponente.

—tengo noticias.

—¿buenas o malas?

Respiro hondo.

—depende de cómo lo mires.

—déjate de acertijos y dime que es, Ciela no está muy feliz justo ahora.

Ciela es su esposa.

—¿la trajiste? —pregunto mi hermano.

Jerik rió como si le hubieran contado un chiste.

—¿crees que le diría a ella lo que tiene que hacer? —negó con la cabeza y bajo la voz como si temiera que ella lo oyera —ese carácter suyo es lo que más amo de ella.

Reí, sabia de lo que hablaba.

—¿y bien?

Toda la alegría se esfumo.

Mire a mi hermano y él se encogió de hombros dejándome toda la responsabilidad a mí. Así que simplemente dije:

—encontramos a Maira. 

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora