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Greg:

La imagen vino a mi mente tan claro como si la estuviera viendo. Tal vez era ella llamándome.

Todos estaban metidos en algo, que ni notaron cuando me fui, así que corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron, pero hacía tanto que había comido que para cuando llegue al bosque estaba algo débil por el hambre.

Pero no podía parar ahora, me negaba a perder a Maira.

Al adentrarme en el bosque pude sentir poder, ese poder me sirvió de guía para encontrar el lugar.

En medio de lo que parecía un círculo de protección muy grande, estaba Maira. La tenían atada a un árbol, sus brazos y torzo estaban envueltos por las ramas elevándola un poco del suelo. Me acerque lo más sigilosamente que pude, pero la mujer que estaba con ella me descubrió. A mí alrededor las hojas en los árboles se alteraron y el aire corrió hacia la mujer.

—¿Pero mira quién llegó? —canturreo la mujer con voz dulce —Hola amor mío.

Cuando se giró hacia mi, su mirada era fría. Pero mi atención se fue a Maira, a su mirada, ella me miraba con miedo.

—Déjala ir, o...

—¿O qué? No pudiste protegerla la última vez, que te hace creer está vez será diferente.

Me frustraba el no poder acercarme mucho a la barrera, así que empecé a rodearla para buscar un punto débil.

María me seguía con la mirada.

—Tranquila, —le grite a Maira mirándola fijamente e ignorando la sonrisa burlona de la loca junto a ella —te sacaré de aquí.

Extrañamente Maira compartió una mirada con su captora. Dejé de caminar y me pare frente a ella, para que pudiera verme.

—Mírame, estoy aquí por ti.

Entonces ella grito, con rabia y dolor.

—¿Tú la trajiste verdad?, Dime Greg ¿Qué más me harás?


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