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¿Maira?

Mírame, estoy aquí por ti.

—¿Tú la trajiste verdad? —la cabeza me iba a mil —dime Greg, ¿Qué más me harás?

—Maira, mi amor...

Me ardían los ojos, las lágrimas cerraban mi garganta, pero solo fue escuchar ese nombre para rugir como una fiera.

—Otra vez ese maldito nombre. —mi voz sale rota y no puedo frenar las lágrimas —¿Quién demonios es Maira?

La mujer frente a mi rió con fuerza. Pero no podía apartar la mirada de Greg. Lo odiaba.

La mujer se aclaró la garganta llamando nuestra atención, levantó la mano derecha y balanceo una joya.

—¡¿De dónde lo sacaste?! —Greg se desesperaba al otro lado de la barrera y pasa la vista de la joya a mí.

—Veo que la reconociste. —ella la miro con tristeza, a la joya en sus manos, luego me miró por el rabillo del ojo y m sonrió con picardía —¿Y tú hermanita, lo has olvidado?

—¿Quién eres tú? —el centro de esa joya ya no tenía ese pequeño brillo que vi cuando mi hermana me hechizo. —¿Por qué me llamas hermana?

Ella me miraba divertida balanceando la joya, y Greg solo paseaba la vista entre las dos.

—Bruja maldita, —rugió Greg rompiendo el silencio. —¿Que le hiciste a mi mujer?

—Cierra la boca, tú maldito infeliz. —la mujer deformó su hermoso rostro por la ira —tu eres lo peor que nos pasó a mí hermana y a mí. Vamos hermanita dile de quién es esta hermosa piedra.

—Maira, mi amor. —hablo Greg.

—¡Tú cállate! —grito la mujer. —vamos Elaine.

La voz suave de esa mujer me atrapó, no podía apartar los ojos de ella. A lo lejos oí a Greg jadear mi nombre.

—esa piedra estaba en el anillo de mi hermana.

La mujer se acercó a la barrera hasta quedar frente a él. Y sonriendo con maldad canturreo:

—Hola mi amor.

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