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Emprendí la tenaz misión de levantarme sin despertarte, luego de un largo rato de contemplarte mientras dormías.

Tomé un baño y procuré preparar un desayuno acorde a una reina.

Mi reina.

Mientras cocinaba, saliste del cuarto despeinada, frotando tus ojos, intentando alejar la somnolencia acostumbrada a esa hora de la mañana.

Por alguna razón te pusiste la camisa blanca abotonada que había usado el día anterior.

Debí dejarla tirada en el suelo.

Sólo eso y tu ropa interior llevabas.

Sólo eso y toda mi ilusión llevabas.

SAM II©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora