"Que"

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Mis piernas se negaban a moverse.

Mi corazón latió tan fuerte como cuando me besaste por primera vez.

Comencé a temblar cual cachorro.

Mordí mi labio inferior en un patético esfuerzo por no desfallecer y sumergirme en un llanto anticipado que bastante bien me haría.

El melifluo sonido del césped acariciando la suela de mi tío se detuvo, volteó y me miró.

—Vamos, nos esperan hijo. Ya casi termina —mentía.

Sé que mentía, era sólo el principio y él lo sabía.

—Tú no tienes idea del...

—¿Dolor, ibas a decir? Padecimiento, sufrimiento, martirio, agonía; Yo conozco el dolor. ¿Crees que eres el único que ha deseado morir? La vida tiene un macabro sentido del humor, le encanta revolcarnos en la porquería luego de levantarnos y hacernos besar las estrellas —paró para mirar el cielo, como reviviendo años pasados que con tanta emoción, amenazaban con apuñalar su corazón —.No te atrevas a decirme que no sé lo que sientes muchacho. No a mi.

Guardé silencio con los puños cerrados.

Las palabras de mi tío de alguna manera mermaron el sentimiento de funesta soledad que reinaba en mí y le dieron a mis piernas la fuerza que necesitaban para continuar su maliciosa marcha de nefasta expectación.

SAM II©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora