"Quisiera"

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La mirada del portero que me saludó cada mañana por años, se transmutó en una mezcla de pesar y culpa.

Al verlo levantar su mano, con mucha dificultad fingí sonreír.

Al subir las escaleras, me mantuve de pie frente a la puerta del lugar que albergó la ilusión de un neófito corazón durante meses.

Dos cintas amarillas que ostentaban un "NO PASE" policial, formaban una equis, las quité y abrí la puerta que rechinó como ya era costumbre.

Entré titubeante a mi propio apartamento, esquivando con mis pies las interminables manchas de sangre coagulada en la cerámica que esperaba por ser lavada.

El pesado ambiente presionaba mis hombros, olor a muerte cenicienta laceraba mi olfato, el carmesí del piso me llenaba de enojo y un gris lúgubre cubría todo el lugar. Cómo si mi hogar hubiera muerto contigo.

Me acerqué a la vasija que mencionabas en la carta cuya llegada a ese punto permanecía clandestina y metí la mano para sacar tres sobres perfumados con tu aroma alegre y juvenil.

Los guardé en mi chaqueta para no dejarlos contaminarse con la frivolidad del lugar y salí como entré.

Acariciaba los sobres con la cabeza arrecostada en el vidrio del metro camino a casa.

A veces oigo tu voz mencionar mi nombre en la distancia.

Volteo y no hay nada.

Otras veces creo ver tu rostro en otra persona, me acerco y no eres tú.

Vivir duele.

Recordar duele.

Amar duele.

SAM II©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora