—Esteban, saca toda la ropa sucia, ya urge lavarla —exclamó mi madre tras la puerta que dejaba entrar escasa luz.
Interrumpí la contemplación de mi miseria para atender el requerimiento que hacía mi progenitora y así, obtener otras cinco horas de paz antes de la cena.
Hasta que vi en una de mis chaquetas un sobre que asomaba uno de sus bordes en el bolsillo.
Lo saqué con notoria curiosidad.
Era una carta, tenía tu caligrafía.
"Para el dueño de mis sonrisas"
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SAM II©
ContoDías de ensueño. Noche estrellada. ¿Cómo apaciento tu alma angustiada?. Quiero parar el recuerdo que envenena tu felicidad y la mía. Cuán hermoso será el día en que juntemos nuestros destinos. Es tan bella la llegada. Pero aún más lo es el camino. D...