Tía Yamilet se hizo cargo de la joven cuyo dolor censuró su hablar, laceró su alma y quebrantó su corazón en gran manera.
Pasaba noches enteras mojando su almohada.
Horribles pesadillas torturaban su descanso.
Temía verlos al dormir.
Temía no poder morir.
Nunca salía.
No respondía preguntas.
Sólo meditaba.
Sólo sentía.
Aguantando el suplicio de vivir.
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SAM II©
KurzgeschichtenDías de ensueño. Noche estrellada. ¿Cómo apaciento tu alma angustiada?. Quiero parar el recuerdo que envenena tu felicidad y la mía. Cuán hermoso será el día en que juntemos nuestros destinos. Es tan bella la llegada. Pero aún más lo es el camino. D...