22. El Valle

93 4 2
                                    

-Así que me seguiste... No lo entiendo, ¿por qué no dejaste a Rinywings que me llevara? Estaba muy enfadada contigo y no te obligaba nadie...

-Lo sé, pero no estoy dispuesto a dejarte ir- Fred se encoje de hombros, cabizbajo, haciéndome sonreír.

-¿Cómo volveremos a Hogwarts? ¿En tu escoba?

Fred niega lentamente.

-No me sé el camino de vuelta. ¿Puedes hablar con el bicho?

Saco la varita, y Fred retira lo de "bicho".

-Ah, y feliz cumpleaños- dice, besándome intensamente. No lo entiendo, ¿cómo lo ha sabido? Ni siquiera yo lo recordaba... Decido seguirle ese beso intenso y dulce, deseando que dure para siempre, pero tras un largo y perfecto minuto nos separamos, algo acalorados.

-Veré si podemos volver- sonrío, y me alejo.

Rinywings está bebiendo en un precioso lago que hay al lado nuestra, y es tan bonito que estoy tentada de bañarme, pero recuerdo que debo volver a Hogwarts.

-Hola, Rinywings- susurro cautelosamente, pues temo que la naturaleza lo haya vuelto salvaje y se haya olvidado de mí. No obstante, el hipogrifo deja de beber e inclina la cabeza ante mí-. Te dije que volvieras al cobertizo, pequeño, aunque... Aunque quizás tú prefieras volar, y ser libre aquí, y quizás por una vez debería de mandar a tomar por culo mi sentido del deber... Pero sería fantástico si nos pudieras ayudar, Rinywings, porque Fred y yo queremos volver y no sabemos cómo. Es lo último que te pido; si quieres puedes quedarte aquí, no pienso obligarte a venir conmigo a ningún sitio, pero por favor, ayúdanos a volver.

Rinywings emite lo que parece un ruido de alerta, y vuelve a su lago tranquilamente.

-Sea lo que sea, gracias- murmuro, al borde de las lágrimas, y me vuelvo con Fred.

-¿Nos llevará?- dice con mucho cuidado.

Niego con la cabeza y rompo a llorar.

-¿Qué ha pasado, ángel?- pregunta, y su tono parece comprensivo.

-No quiero dejarlo aquí, lo quiero demasiado, pero se le ve tan feliz... ¡No puedo encerrarle otra vez en el cobertizo, así, después de darle la libertad! Oh, le dije que le dejaría donde quisiera, si nos ayudaba, ¡pero no quiero separarme de él!

Fred me abraza y yo me apoyo contra su pecho, sin dejar de sollozar. No dice nada, y lo agradezco profundamente. Lo quiero. No sé porqué me enfadé con él, no lo sé. Pero me juro interiormente que no volveré a hacerlo, que estaré ahí para él, siempre.

-Perdón- susurro, separándome de él. Le he dejado dos regueros de lágrimas en la camiseta, pero parece no importarle.

-No pasa nada- Fred asiente con la cabeza, y me acaricia el pelo-. ¿Qué ha hecho el grifo?

-Hipogrifo- puntualizo-. Creo que ha llamado a alguien, pero no estoy segura. Lo mejor será esperar...

-O inspeccionar el terreno.

Decidimos hacer lo segundo. Ambos llevamos las varitas, así que las desenfundamos para defendernos. También nos ponemos las capuchas, para que no se nos vea la cara si vemos a alguien. Además, hace frío, y el hermoso valle está nevado, así que las capas protegen del frío, bastante. El valle no es muy grande, se puede ver toda su extensión desde la orilla del lago, pues las montañas lo cercan todo. Eso será un grave problema, pienso, tanto para pedir ayuda como para recibirla. Encima de una de las montañas más bajas hay una caseta de madera vieja y destartalada, pero Fred y yo descartamos la posibilidad de visitarla en seguida.

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora