24. Capricornio

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Me despierto tiritando, y es que las llamas se han apagado. Fred ya está despierto, y pasea a mi alrededor inspeccionándolo todo.

-Tengo hambre- gruño.

-Ah, buenos días- sonríe Fred. No lo entiendo, ¿cómo puede estar alegre? Llevamos veinticuatro horas sin comer, estamos en medio de la nada y congelándonos, ¿y aun así sonríe?

Respira, Ailey, respira. El hambre te está afectando.

-Tenemos el turrón...

-No- le corto-. No pienso desangrarme por la nariz, gracias.

-Alguien está malhumorada...

-Alguien tiene una varita en la mano y sabe lanzar un crucio...- murmullo, sonriendo maléficamente, y Fred cierra la boca-. Sigo con hambre. ¿Crees que con magia...? ¡Accio pollo en salsa!

-Ailey...

-No, déjalo, seguro que viene flotando y...

-¡Ailey!- corta Fred, firmemente-. Esta noche conseguí comida.

Esa noticia hace que mi mal genio se reduzca mil veces.

-Oh, ¿cómo?- pregunto, feliz.

-Eso no importa, pero mira, hay manzanas y carne.

-¡Yo recuerdo cómo cocinaba eso de pequeña!- grito, extasiada, y le arranco a Fred una manzana y un filete-. Por dios, ¿ya los has cortado?

-Sí- sonrìe.

Hago de nuevo los fuegos de Herms, y enseguida le pido a Fred un par de ramas finas.

-¡Y cuidado con los bowtruckles!- le advierto, antes de que se vaya.

Unos minutos más tarde, la cabellera pelirroja de Fred se acerca, y trae consigo dos ramas finas y largas, que parecen brochetas de esas que se dan en los campings para tostar nubes.

Le arrebato una antes de que pueda decir "hola", y enseguida envuelvo la manzana con el filete.

-Así las cocinábamos en casa de mi abuela Andromeda- explico-, y es tan simple pero taaaaaan delicioso...

Pincho la manzana en una rama, y sin más tardanza la pongo a cocinar. Esos cinco minutos se me hacen eternos...

Fred, por supuesto, aún no ha podido envolver la manzana con el filete.

-Winsgardium leviosa- mi brocheta levita sobre el fuego, mientras le quito a Fred su comida de las manos.

-¡Eh! ¿Qué haces?

-¿Necesitas ayuda?- sonrío.

-No, yo puedo.

-Ya- termino de envolver la manzana y le tiendo la brocheta-, que me lo creo.

-¡Que sí puedo!- grita él, como niño pequeño. Tan mono...

Pero estoy demasiado hambrienta como para prestarle atención a la monada de Fred. Devoro la primera manzana con carne, y su sabor es tan maravilloso tras un día sin comer que por poco no le quito a Fred la suya.

-¡Eh, yo también quiero!- dice, apartándo su manzana de mi alcance.

Bufo y tuesto más manzanas con carne, pero guardo un par de frutas.

Media hora más tarde, nuestros estómagos están saturados y nuestras caras, felices.

-Me está entrando sueño- canturreo, pues aunque haya dormido 14 horas me da morriña después de comer.

-Ah, de eso nada- Fred se levanta enérgicamente-. Recuerda lo que te pasó la última vez que dormiste.

-Me desperté en Albania, sí...

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora