38. Vuelta a Londres

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-¡Jev, peque, baja aquí!

Mi lechuza se posa en un palo a tal altura que puedo mirarla a los ojos.

-Nos vamos- murmuro-. Nos vamos de vacaciones, entra en la jaula.

Jev planea hasta su jaula, y la cierro con pestillo en cuanto está completamente dentro.

-No te preocupes- murmuro, saliendo de la lechucería-, pronto te liberaré.

Este viernes han cancelado las clases, pues ya por la mañana parte el expreso de Hogwarts de vuelta a Londres.

-Hasta pronto- abrazo a Ron y le beso la mejilla, ya en Hogsmeade. A los alumnos que se quedarán les permiten venir al andén a despedirnos, así que lo hacen.

-Adiós, enana- dice.

-Cuando vuelva te vas a cagar por llamarme enana- sonrío.

-Si sabes que en el fondo te quiero- Ron se encoje de hombros, y le abrazo de nuevo.

-No te mueras mientras no estoy.

-No prometo nada.

Luego me dirijo a Harry, que está arrastrando su baúl hasta aquí.

-¿Nos vamos todos al mismo vagón, no?

Harry asiente, pero aun así entramos al tren junto a Leah y Draco.

Estos últimos se quedan en un compartimento con Crabbe y Goyle, pero Harry y yo seguimos divagando en busca de los chicos del equipo de quidditch.

-¡Me rindo!- bufo, al cabo de lo que me parecen siglos andando y recorriendo vagones una y otra vez.

-Don't give up- dice Harry-, seguro que estamos cerca.

-Ya, eso me has dicho al menos ochenta mil veces.

-¡Te lo he dicho dos veces!

-Pues eso, ochenta mil.

-Anda, nos queda un compartimento sin mirar.

-¿Dónde?

Harry no sabe responder a eso.

-Pues eso, voy a echar mi culo en barbecho*.

-Floja.

-Cállate.

Y un segundo más tarde, nos estamos riendo como posesos.

-¡Anda, estais aquí!- dice alguien, y volteo a ver quién es; Oliver Wood-. Os estaba buscando.

-Tiene gracia, nosotros también.

-Pues ya estamos encontrados- sonríe Oliver-, así que venid conmigo. Todos los demás ya estamos juntos, en otro compartimento.

Seguimos a Oliver hasta el último vagón, donde nos espera todo el equipo de quidditch.

-No pienso dar ni un paso más- proclamo, desplomándome entre dos asientos.

-¡Eh, me has dejado sin sitio!

-Te jodes- suelto-, no haberme hecho patearme todo el tren.

-¡No es justo!

-Sí lo es- protesto, pero entonces un par de brazos intentan incorporarme-. ¡Suéltame, gafitas!

-Vamos, enana- puto Oliver-, te puedes tender aquí.

Entonces permito que Harry me levante del asiento (no sin dejar caer todo mi peso encima suya, por fastidiar) e intento subir el baúl al altillo, pero no tengo fuerzas y no llego.

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora