41. Nutella

71 3 9
                                    

Antes de darme cuenta, le estoy siguiendo el beso, y le he puesto las manos en el cuello, en la raíz de su pelo.

Me suelto, pero no bruscamente. La verdad es que no ha estado tan mal, Oliver besa bien y...

Pero no.

Me siento en el suelo hecha un ovillo, a partir de hoy mi postura de pensar y hablar, y comienzo a pensar y hablar:

-¿Qué...?

Eso es más pensar que hablar.

-Ailey, me gustas- declara Oliver, arrodillándose en el suelo y apoyando los brazos en mis rodillas.

-Pues... Ahora no se cómo contestar- admito, resoplando, pero Oliver espera a que hable-. Tú... No, no eres tú. Los chicos. Sí, es eso. Los chicos.

No me atrae en absoluto, pero no quiero rechazarlo. En serio, me siento muy mal cuando lo hago.

Oliver me pone una mano en el pelo.

-No te entiendo, enana.

Esta vez, el mote no me molesta.

-Los chicos- repito, sin saber explicarme-. Ya me han hecho daño antes, y no estoy recuperada. No creo estarlo nunca. Y no quiero repetirlo, a sabiendas de que puedes destrozarme como ya lo hicieron antes.

-Pero no lo haré, nunca lo haría- asegura Oliver, pero niego con la cabeza.

-¿Me dejas preguntarte algo?

-Adelante.

-¿Por qué?

Oliver sube una ceja.

-¿Por qué yo? Angelina es más guapa, más fuerte, más dependiente; Katie es más honesta, mucho más simpática, y seguro que en tu curso hay muchas chicas maravillosas que se mueren por tus huesos.

-Angelina ya tiene a su George. Katie... No, no me interesa. ¿Y las chicas de mi curso? No. Tú eres diferente. Tú eres generosa, prestas tu tiempo en la enfermería, nunca te he visto darle la espalda a nadie caído, y has curado a mi hermana sin motivo alguno. Por eso, Ailey.

-Lo siento, Oliver- digo, enterrando la cara en las piernas-. No es por ti, es que no estoy preparada.

Me sienta muy mal rechazar a la gente.

-Hagamos una cosa- dice, y entonces sí lo miro-. ¿Confías en mí?

-Por supuesto- digo, sin dudarlo un segundo.

-Amigos con derecho a roce- propone, y no contesto-. Piénsalo. No... No te rompería, ni yo ni nadie, ni...

-Vale, tú ganas- digo, esbozando una enorme sonrisa-. Amigos con derecho a roce.

La verdad es que no sé exactamente en qué consiste el derecho a roce, pero un presentimiento me dice que no tardaré en averiguarlo.

Y la verdad, le he dicho que sí porque no quería rechazarlo dos veces en el mismo minuto. Me sentiría demasiado culpable.

-¿Bajamos?- pregunto, levantándome, y Oliver me pone una mano en la cintura.

-Vámonos, aún queda noche para divertirnos.

Y vaya si queda noche. En cuanto bajamos, la canción cambia a una lenta (cosa de Oliver, seguro) y cada uno coje a una pareja. Katie baila con Fred, Angie baila con George, pero es que me da mucha cosa dejar a Harry solo.

-¿No te importa...?- le pregunto a Oliver, señalando a Harry.

-Oh, no, pero me debes una.

Sonriendo, me dirijo hacia Harry, y sin hablarle ni nada le agarro para bailar.

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora