46. Mi padre

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-¿Dónde... Está mi padre?- le pregunto a la mujer, con los ojos cerrados. No quiero verla.

-Jones, ¿quién es esta chica?- pregunta la mujer con desdén, y oigo los pesados pasos de mi padre.

-¿A... Ailey?

Entonces abro los ojos: la mujer se ha ido, y mi padre nos contempla boquiabierto.

-¿Quién era esa?- pregunto, mosqueada.

-Nadie, nadie. ¿No deberías estar en Hogwarts?

No respondo a eso, en cambio, le olfateo la camisa.

-¿Qué...?

-¡Tú ayer te emborrachaste!- grito.

-Puede que sí, hija, pero...

-Vine a hacerte una visita, estoy viviendo en casa de unos primos de mamá. Pero veo que tienes otras cosas más importantes que hacer...- señalo con la cabeza al interior de la habitación, seguramente donde esté la mujer.

-¿Cómo que con unos primos de tu madre? ¿Quién te ha dado permiso?

-Ella- contesto, cortante.

-¡Si no la conoces!

-¡Si te hubieras molestado en enviarme aunque fuera una lechuza, te habría contado que la he conocido!

Eso lo pilla desprevenido.

-¿Y cómo diablos te voy a mandar una lechuza?

-¡Solo pídela!- grito, fuera de sí-. ¡Pídela! Mira. ¡Necesito mandar una carta a Jones Abbado!

Y de repente un mochuelo entra por la ventana, posándose en mi mano; su presencia consigue hasta que me calme.

-Llévale esto a Jones Abbado- le susurro al nervioso mochuelo, dejándole en la patita un pelo que recién me arranco. El pajarito empieza a volar y se posa en la mano de mi padre, tendiendo la pata-. Y muchas gracias, puedes irte.

El mochuelo sale por la ventana a la misma velocidad a la que había llegado, eufórico por lo que ha podido ser su primera entrega.

-¿Tanto te costaba?- esta vez, me esfuerzo por no elevar mucho la voz.

-Es que yo no...

-Es una excusa bastante barata, Jones- es la primera vez que llamo a mi padre por su nombre, pero estoy tan enfadada que no se me ocurriría llamarlo papá-. Si algún día quisieras volver a verme por esta casa, mándame una lechuza. Y más te vale tratarla bien. Oh, y por si te interesa, tengo sangre veela en las venas, me llevaron a Gryffindor y casi muero volando sobre una escoba en Albania. Pero claro, seguro que no te importa.

Y con esas palabras, Leah y yo salimos de mi antigua casa, con el presentimiento de que nunca volveré a entrar ahí.

-Y luego soy yo la que se lleva mal con su padre...

-No nos llevábamos mal- admito, afligida. Nunca había peleado con mi padre de esa manera, y nunca tan en serio. Pero ahora, al verlo de resaca y con una tía semidesnuda en su habitación, y no como suele estar, cocinando o en el sofá frente a la tele, se me ha levantado un presentimiento que no pienso descartar hasta que hable con Tonks-. Lo que pasa es que... ¡Eh, aquellas parecen Diana y Hailee!

Tiro del brazo de Leah hasta un grupo de amigos sentados en un banco blanco de piedra. Sí, es mi vieja pandilla; están Diana, Hailee, Ty, Peter, Claire, Brien y Jay.

-¡Eh!- grito. No pienso llamarlos por su nombre a todos, son demasiados.

Peter y Jay son los primeros en verme, agitando las manos como buena retrasada, y se levantan del banco avisando a los demás.

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora