-¿A qué viene eso?
Le suelto, sonriendo, y le explico lo que acaba de pasar.
-Pues eso es raro, osea, el piano no está encantado ni nada... Espera, ¿cómo que estabas hablando en Veelio?
-No lo sé, no me había dado cuenta, entiendo los dos idiomas y...
-No, no me refiero a eso. Intenta hablar en Veelio otra vez.
Centro en mi cabeza las imágenes de Godoetta, Leneddka y Iera, intento ser muy cuidadosa pronunciando y respiro hondo antes de decir:
-Estoy hablando en Veelio. ¿Funciona?
-No- suspira Draco-. Tenemos que investigar esto, no lo veo normal para que la sangre de veela venga solo de tu tíabuela.
-Hace siete meses yo no veía normal eso de levitar objetos con la varita, ¿crees que algo me parecerá raro ahora?
-Eh... ¿Sí?
-Pues sí, la verdad. Pero no quiero investigar eso ahora. Es decir, ¡es el último día de Semana Santa, hay que aprovecharlo! Y encima, tengo hambre.
-Dios, ¿hay algún día en el que no tengas hambre?
-Muy buena pregunta- contesto.
Diez minutos después, accedemos a comer junto a Lucius. El almuerzo es silencioso, al menos hasta que Lucius rompe el hielo:
-He estado escuchando el viejo piano. ¿Hijo, al fin te has decidido a probarlo?
-No, padre- contesta Draco-. Ha sido Ailey. Toca bastante bien.
Agradezco mucho que se ahorre los detalles, como los de hablar en Veelio y la hipnosis rara.
-¿Eso es cierto, mes... Ailey?
¡Y no me ha llamado mestiza! ¡Qué es esto! Me sorprende bastante, así que se me olvida contestar hasta que Draco me da una patada por debajo de la mesa.
-Sí, eh, en mi pueblo yo solía tocar el piano.
-Bueno, terminad de comer; tengo que llevaros a King's Cross.
-¿Cómo?- pregunta Leah, soltando el tenedor-. Es decir, ¿ya?
-Sí. Tengo unos asuntos que resolver en el ministerio, hijos. Recogedlo todo.
-Padre- lo llama Leah-, Ailey tiene parte de su ropa aquí.
-Pues que la lleve a Hogwarts- resuelve Lucius sin mirarme-. Y ahora vestíos con vuestra ropa muggle, que dentro de media hora salimos hacia King's Cross.
Todos subimos a la habitación, y me encuentro con que los baúles ya están cargados y mi macuto junto a la jaula ocupada de Jev, sobre el mío.
-¡Gracias, Dobby!- le grito a la nada, para después acercarme a mi baúl-. Jev, en cuanto lleguemos a Hogwarts mandarás una carta, ¿vale? No quiero soltarte en el tren, puedes perderte.
Y es que todavía no le he preguntado a mi madre sobre este extraño presentimiento acerca de mi padre. Es decir, ¿por qué ahora lo único que soy capaz de sentir hacia el es odio, aversión y fobia? Y todos esos recuerdos felices no hacen más que estorbar. Noto como si no tuviera que estar ahí, por ejemplo, el del día que monté en bici la primera vez. Estas cosas no se olvidan, dicen. Ya, pues es verdad. No creo que vaya a caerme de una bici habiendo volado a treinta metros de altura sobre el palo de una escoba. Junto a Fred...
Creo que lo echo de menos, y también creo que no voy a atormentarme mucho con eso. Creo que nunca le demostraré que algún día le haya echado de menos. Pero por Merlín, ¿por qué le estoy dando tantas vueltas? Todo saldrá solo, como siempre.
Mis cosas levitan hacia abajo los cuatro pisos de escaleras, y se depositan en el suelo frente a mí cuando salimos por la puerta.
-Peligro de muggles- murmura Leah, cargándose su baúl a la espalda.
Viajamos los cuatro juntos en un autobús hasta Londres, donde nos apeamos Draco, Leah y yo.
-No puedo bajarme, lo siento- dice Lucius, apoyado en el marco de la puerta-. Tengo que irme. Y tú, Draco...
Draco se tensa de una forma casi cómica.
-... Cuidado con los muggles- añade en un susurro, y apenas le da tiempo a desaparecer tras las puertas del autobús.
-Volvemos a Hogwarts- afirmo, respirando hondo, y monto todas mis cosas en un carrito-. ¿Vamos a carrera o con disimulo?
-Mejor con disimulo, ¡así que vamos a carrera!- grita Leah, haciéndome reír-. Pasa tú primero.
Empujo el pesado carro hacia la pared del Andén 9, y cuando coje bastante velocidad me monto en él. 3, 2, 1...
El muro nunca llega a frenar al carrito, por lo que acabo parándome lentamente en el andén 9 3/4.
Se me escapa un suspiro de alivio; no me había dado cuenta de que echo de menos Hogwarts. Recupero el control del carro y me doy la vuelta; los hermanos Malfoy no tardan en cruzar el muro.
-¡Oh, pobrecillo, hoy no tiene aquì a Harry!- grita Leah, haciendo un puchero adorable, y solo consigue sacarme una sonrisa.
-Pero tú no llores, ¿eh?
-Vale, no lloraré- solloza, fingiendo que se seca unas lágrimas y escondiendo la cara. Y por ello Leah salta:
-¡Ooooh, llora por su amor perdido! No te preocupes, vámonos al tren y así lo ves cuanto antes, ¿vale? ¡La pareja más perfecta del mundo va a reencontrarse, presten atención!
-Leah... ¿Tu eres gilipollas?
-Y pienso ser la cura en su boda- sigue diciéndome ella, sin hacer caso a su hermano.
-¡Pero qué boda!
-¡La tuya con Harry!- grita ella, dejando su cara muy cerca de la de Draco.
-En buen día me emparejaste con...
-... Con semejante escoria, sí- completo-. Por Merlín, ¿no puedes insultarlo de un modo más original?
A lo tonto a lo tonto, ya nos hemos acomodado en un compartimento, con los baüles en el altillo y la jaula de Jev sobre uno de los asientos.
-Ya volvemos, enana- le susurro al animal, con la cara pegada a las rejas-. Ya volvemos a Hogwarts, y allí te soltaré otra vez, y le mandarás mi carta a Tonks, ¿vale? ¡Oh, mi carta! Tengo que escribirla, si no no habría manera.
Abro el ordenado baúl y descubro que dentro están todos los regalos de Navidad: la piña de Hermione, la pluma de Ron en su cajita, los zapatos de Fleur, la rosa de Alan (espera, ¿yo no la tiré?) y... Oh, no. La caja de Fred.
Ahora se me han quitado las ganas de ver lo que tiene dentro, asì que solo la cojo para tener un sitio donde escribir.
¡Hola, mamá!
Resulta que he pasado la semana en casa de los Malfoy. ¿Sabías lo cerca que está de Heavensville? Así que he podido ver a mi padre.
Pero ese es el problema; esto te lo explicaré mejor en persona. O tal vez no, me explico mal. Bueno, que sigo.
Y mamá, estaba yo cantando y tocando unos rasguños que tenía en el brazo, cuando de repente dejaron de dolerme y se me había quedado la piel lisa. Tampoco tengo ya las marcas que me hice de pequeña, y Leah me recomendó que le preguntara a Dumbledore, pero prefiero decírtelo a tí. ¿Por qué?
Oh, y otra cosita. Otro por qué. ¿Por qué cuando toqué el piano [...] y no me oyó hasta después? No lo entiendo, y no creo que Dumbledore sepa más de todo esto que tú. Eso era todo, creo. Quiero hablar contigo.
Te quieroamo muchísimo demasiado, madre tocaya.
Ailey Abbado
Doblo el papel y lo guardo en un hueco de la jaula de Jev.
-Recuérdamelo, ¿vale?
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Hija De Nymphadora Tonks
FanfictionTodos los personajes, excepto Ailey y Leah, son invención de JK Rowling. Ailey Abbado, una muggle cualquiera pero loca por la magia, recibe un día la visita de un señor con barba blanca, que le habla de un colegio de magia. Hogwarts, así se llama. A...