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-¿Mañana?- grito, histérica.

-¿Cómo va a ser mañana?

-¡No hemos entrenado tácticas, ni formas de juego, ni...!

-Eh, tranquilos, ¿no se puede gastar una broma?- dice Oliver, con una sonrisa torcida. Angelina y Katie por poco le arrancan la cabeza dando voces, pero consigo interponerme lo suficiente para que ninguno salga malherido.

-¡Suéltame, enclenque! ¡Con el quidditch no se juega!- grita Angelina, pero no la suelto. Y por desgracia para mi brazo, me arrolla. Katie hace tres cuartos de lo mismo, así que me quedo ahí plantada, sacudiendo los brazos, mientras las chicas intentan lo que podría ser un asesinato.

Estoy a punto de gritarle a Oliver que corra, pero es lo bastante listo para hacerlo él solo.

-Si nos hicieran a nosotros eso cada vez que hacemos una broma...- dice la voz de Fred a mi izquierda.

-... No llegaríamos vivos a la esquina de mi calle- completa George, en mi otra oreja.

Un segundo después, los dos están sentados a mi lado.

-Vale, ¿cuánto dinero le habeis ofrecido a Oliver para que diga eso?

Ambos se echan a reír, sacándome una sonrisita a mí también.

-Es la primera vez que alguien hace una broma tan floja y acaba así- Fred señala a Oliver por lo bajo, que todavía se está defendiendo del ataque de las fieras.

-Y es raro que a nosotros no nos hayan saltado así- puntualiza George, sonriendo.

-No tiene honor de bromas.

-Ni gracia.

-Pero nosotros se lo enseñaremos- termina Fred, guiñando un ojo de esa forma tan adorable que solo el sabe.

Acto seguido, los dos se levantan y retiran a las chicas con un solo movimiento, haciéndolas parecer débiles. Pienso que, a su lado, yo parezco una enclenque, así que ¿qué es mi fuerza al lado de la de Fred y George?

Deprimente.

Me fijo en que Oliver no tiene nada morado, solo dos manos rojas bien marcadas en la mejilla, lo que dice que ha opuesto resistencia, y mucha. Creo que lo he visto salir corriendo, sí.

-¡Pero cómo se te ocurre bromear con el quidditch...!

-¡... De una forma tan vulgar!

Acto seguido, los gemelos rodean a Oliver por los hombros y empiezan a soltarles tips y consejos para hacer una buena broma.

-¡Pero el gran secreto es nuestro!- finaliza Fred.

-Así que ni se te ocurra intentar descubrirlo...

-Que no nos importa entrar en Azkaban.

Me alejo lentamente de los tres chicos, que se gritan unos a otros, y me siento junto a Harry, que esperaba en el rincón. Este chico es demasiado... Tímido. Y vergonzoso.

-Ah, chicos- comento-. Todos unos bichos raros.

-Esto, ¡hola! Soy uno de esos bichos raros.

Alzo las cejas, y luego señalo respectivamente al tranquilo Harry, sentado en el rincón, y a los tres gritones.

-Sí, exactamente lo mismo- ironizo.

-¿Es que hoy no se entrena?- grita Harry, y creo que es la primera vez que le oigo alzar la voz. Quizá lo haya hecho más veces, pero no somos muy amigos, así que no he podido descubrirlo.

-¡Es verdad!- gritan Fred y George, y cuando Oliver está a punto de llamar a las chicas, descubrimos que ellas ya están volando por el campo y pasándose una quaffle.

-Nos sacan ventaja- dice Oliver-, pero no por mucho tiempo.

Y todos nos montamos en las escobas para dirigirnos al campo.

El entrenamiento es bueno, las vacaciones no nos han hecho perder la forma. Los reflejos no se han quedado atrás, y cojo la snitch tras dos horas, cuando Oliver decide que ya es suficiente.

-¡Así me gusta, Gryffindor!

Le coreamos un «¡Gryffindor, a por todas!» después de bajar a los vestuarios.

La cosa es que, con mi torpeza, nada más salgo del vestuario tropiezo con mi propio pie, y por poco me como el suelo, de no ser por Angelina.

-Eres un pato de patas torpes- me dice.

-¡No eres capaz de decirlo rápido cinco veces seguidas!

-Claro que no, así que no lo pienso intentar- sonríe ella.

-¡Eres un pato de patas torpes, eres un pato de patas torpes!- digo cinco veces, sin poder resistirme al reto de Fred.

-Aquí el pato de patas torpes eres tú, enana.

Al oír la palabra, Oliver se gira.

-¡Solo yo puedo llamar enana a la enana!- grita, rodeándome los hombros muy bruscamente.

Anoto mentalmente: posesivo.

Y por desgracia, Draco lo ha oído.

Posesivo repite su voz. Posesivo. ¿Quién?

Y por esta vez, simplemente me desconecto de mi propia cabeza. Así dicho suena raro, pero tiene mucho más sentido de lo que parece.

-¿A que sí, enana?- continúa Oliver, con la boca muy cerca de mi oreja. De hecho, demasiado cerca. Cuando estoy a punto de apartarme, recuerdo que me tiene abrazada, así que me limito a seguir caminando.

-¡Cállate!- digo.

Oliver me besa en la mejilla, y no me suelta hasta que llegamos a la sala común. Por detrás puedo oír hablar a Fred y George, en un tono de voz muy bajo, pero tengo el oído fino y distingo cada palabra que dicen.

-Es un hijo de puta. Mañana le cae broma- susurra Fred, pero no puedo ver a quién mira porque está en mi espalda. Pobrecillo del que esté hablando, tiene los días contados...

-Solo son amigos- rebate George, también en un susurro.

-No. ¿No los ves? Quizá no sea público, pero estos dos tienen algo más.

Miro en derredor: aquí solo estamos los del equipo de quidditch y Luna Lovegood, que pasa por el pasillo en ese momento, pero los gemelos están hablando de una pareja y...

¡No! ¿Y si se refiere a Katie y Harry?

-Fred, déjalo. Estás exagerando- continúa George.

-La cabrona está echando limón en una herida abierta- suspira Fred, y parece tan abatido que me pregunto quién le habrá hecho tanto daño-. Se ha abierto la cicatriz, y por muy enfermera que sea, no creo que sea capaz de arreglármela.

No. No, esto sí que no. Es decir, ¡una enfermera! ¡Está hablando de mí! Repaso mentalmente la conversación que acaban de tener, pero en los lugares que ocupaban dos desconocidos coloco el nombre de Oliver y el mío. Mierda... No quiero hacerle daño.

Me separo de Oliver con toda la delicadeza que puedo, delicadeza que resulta ser poca. Sí, acabo soltándome de él, pero no con la sutileza que pretendía. Para disimular, me pongo a hablar con Katie y Harry sobre el partido (está claro que lo vamos a ganar), pero no dejo de echarle oído a las conversaciones de Fred y George.

Solo mencionan los aspectos de la broma que le gastarán a Oliver, y tiene pinta de resultar demasiado cruel. George no se muestra muy colaborador, cosa que agradezco. Mejor no meterle

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora