-Dios, Ailey, ¿ahora qué pasa?- dice Leah, y entre sollozos, le explico que esa cena de carne con manzanas era lo único que Fred y yo podíamos comer en Albania.
-Ese Fred...
Esa noche no toco la cena, simplemente dejo que Draco y Leah discutan mientras tiro cuchillos con muy poca fuerza.
-¿No tienes hambre?- pregunta Draco.
-Sí- admito-, pero no quiero comer. Voy a devolverlo todo.
Pero al final de la noche acabamos escuchando música en la radiopiña y se me pasa el disgusto.
El resto de la semana pasa básicamente igual: por las mañanas hacemos el intento de terminar los deberes, y por las tardes bajamos al pueblo para reunirnos con nuestros amigos muggles.
-¡Y aún no te has visto Juego de Tronos!- me replica Claire.
-¡Si allí ni había recordado encender el móvil, voy a verme Juego de Tronos!
Y Claire y yo seguimos discutiendo durante toda la tarde. A la mañana siguiente, fui a explorar la casa acompañada del pensamiento de Draco, y encuetro una habitación con un piano.
-¡Un piano!- grito, sin apenas darme cuenta de que Draco no me oye.
Pero vaya si me oye, pues un segundo y medio después se aparece Dobby arrastrando a Draco.
-Ya puedes irte- murmura Draco, sin mirar siquiera al elfo, pero yo le pido que se quede.
-Quisiera que me escucharas tú también- le susurro al elfo, y entonces continúo hablando en voz alta-. En mi pueblo muggle yo tocaba el piano, quiero ver si aún lo recuerdo.
Me siento en la banqueta roja y acerco el asiento al piano de cola, que es gigante. Nunca había visto uno; el año que ingresé en Hogwarts iba a presentarme a la prueba del conservatorio, el único sitio donde los hay.
Intento recordar la partitura que toqué la última vez; era complicada, tenía un ritmo de lento a rápido. Y muchos acordes extraños, asonancias y teclas negras. No obstante, consigo interpretar las cuatro hojas de memoria más o menos sin fallar.
Retiro las manos del piano y miro a Draco y Dobby, expectante, pero ellos no hacen ningún gesto. Ambos están mirando las cuerdas del piano, sin mover la cara, con un asomo de sonrisa y tarareando la melodía que acabo de tocar.
-Bueno, ¿qué os parece?
Y las palabras los sacan a los dos de su ensimismamiento.
-Nueva ama toca muy bien, eso piensa Dobby- murmura el elfo, mirando con miedo a Draco. ¿Es que si Draco piensa que toco mal, Dobby debe pensar lo mismo? ¿Pero qué es esto?
La cosa es que Draco sigue un poco hipnotizado, y no contesta.
-¡Draco!- grito, y el chico pega un respingo-. ¿Me has escuchado?
-Hola- dice él, sonriendo. Pero bueno, ¿y ahora qué?
-¿Me has oído?- repito pausadamente.
-Me llamo Draco- prosigue él, sin hacerme caso-. Draco Malfoy. ¿Y tú, cómo te llamas?
-¡Qué te pasa!- chillo, plantando toda la mano en el piano. Al oír la discordancia de las notas, Draco da otro respingo, sacude la cabeza y al fin reacciona.
-¿Me dirás tu nombre, princesa?
-¡Si ya sabes mi nombre!- grito, perdiendo los estribos por complento-. Draco, ¿qué cojones te pasa?
-Oh, ¿hablarás alguna vez?- dice él.
-Ya vale de tomarme el pelo. Jode bastante.
-Mueves la boca, pero no hablas. Oh, ¿alguna vez entenderé lo que dices?
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Hija De Nymphadora Tonks
FanfictionTodos los personajes, excepto Ailey y Leah, son invención de JK Rowling. Ailey Abbado, una muggle cualquiera pero loca por la magia, recibe un día la visita de un señor con barba blanca, que le habla de un colegio de magia. Hogwarts, así se llama. A...