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Narra Draco Malfoy

... Viene Fred. Esa frase me hace salir casi corriendo de mi habitación, donde estaba leyendo la última carta que me mandó mi padre. Le he dicho que, algún día, yo también me haré mortífago; cuando el Señor Tenebroso regrese, si es que lo hace. Y la idea me repugna demasiado, hasta hacerme preguntarme una y otra vez por qué aceptaría ese precio; luego recuerdo que la vida de Ailey estaba en juego y me tranquilizo.

Sé que Leah está en la biblioteca, la vi antes; no necesito avisar a nadie más. ¿Gente que me importe, en Slytherin? Venga ya, por favor.

Aparto de un empujón a dos chicas que estaban entrando, me la pela lo que piensen. ¿Qué? En esta casa tengo que mantener mi imagen frívola, cualquier buen rumor que llegue a mi padre podría ser mortal.

Camino por los pasillos sin rumbo fijo, y no me molesto en coger mis cosas porque conozco las bromas de Weasley, se habla de ellas desde que llegué a Hogwarts: no les interesan los daños materiales, sino la vergüenza de su víctima.

¡Bum! Otro torrente de emociones de Ailey, físicas e interiores. Susto, pero poco. Nerviosismo. Alivio, pero con sospechas. Mucho calor en la mano, seguramente esté tocando algo que arda. Y... Carcajadas. Luego, sus emociones no son lo bastante fuertes como para llegar hasta mì.

Camino mirando el suelo, asì que no me fijo con quien me choco hasta que se le caen las gafas.

-Si no fueras tan miope sabrías por donde pisas- le suelto, pero ya está acostumbrado a mis insultos, y sabe que van con amor.

O no. Mejor que no, eso.

-Si no fueras tan patoso no te chocarías con nadie- rebate él.

-Mestizo.

-Pijo.

Y... Ahí se acaba la conversación. Miro a un lado, al otro. No hay nadie más por allí, así que ya me lo explico todo. Drarry no funciona si no hay otras personas que impidan los momentos incómodos, como este, o que los rellenen con risas y chistes.

Ayúdame. Le susurro a la mente de Ailey, transmitiéndole la situación. Un instante después, obtengo su respuesta:

¿Estais solos? Okey. Háblale de la broma que acabamos de hacerles a los Slytherin.

Y mi mente se inunda de varias imágenes seguidas, sentimientos y hechizos, que enseguida compongo para formar una historia con un desastroso final: todos los Slytherin que se encontraban en la torre ahora tienen la cara morada, y por mucho que se intenten lavar, no se les quita.

Vas a tener trabajo en la enfermería.

Ailey no contesta.

Y, por extraño que parezca, este intercambio ha durado apenas unos instantes, así que no es raro que le salte a Harry:

-A mis compatriotas de Slytherin se les ha quedado la cara morada.

-¿Qué?- dice Harry, rebufando una carcajada.

Y, como para confirmarlo, Pansy Parkinson pasa corriendo por aquí con la cara morada, haciéndose hechizos sobre ella una y otra vez pero sin conseguir deshacer ni un pelo.

-Sí, apenas me ha dado tiempo a salir de la sala común cuando he visto a ese Weasley- miento-. No nos deja en paz.

-Es un bromista nato, yo nunca se lo tengo en cuenta.

-Venga ya, ¿alguna vez ha intentado ponerte la cara morada?

-¿Alguna vez ha conseguido hacértelo a ti?- reprocha él, en el mismo tono, y de nuevo nos sumimos en un silencio incómodo. Es que no quiero insultarlo, pero...

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora