-¡Faltan tres semanas para las vacaciones!- susurro, añadiendo un gajo de naranja a mi Amortentia.
-Sólo es Semana Santa, cálmate- dice Draco, observando su poción, de un tono azul cielo espumoso, perfecto según las instrucciones de Snape.
La mía es verde; creía que con esa creación espontánea de pociones sanadoras me ayudaría a preparar pociones, pero no. Se ve que si no tengo al enfermo por delante, no soy capaz de crear una cura decente, y por eso le propuse al profesor Snape que trajera a un paciente de la enfermería para trabajar mejor.
La cosa es que ese día olvidé la mala leche de Snape, así que no me esperaba su reacción en absoluto:
-¡Diez puntos menos para Gryffindor por decir estupideces!
No rechisto, pues sé que podría ser peor.
El clima va ayudando a mi creciente buen humor; entre el número de horas de sol suave y el hecho de superar al pelirrojo, sonrío cada vez más, podría decirse que he recuperado a la antigua Ailey, pero ahora tiene una cicatriz bien marcada en el pecho.
Aunque no tenemos otro partido hasta después de Semana Santa, Oliver Wood sigue convocando entrenamientos, que a veces conjuntamos con Hufflepuff o Ravenclaw, pero nunca con Slytherin.
-¿Y por qué no podemos entrenar con los de Slytherin?- pregunto un día, en el que Oliver decide entrenar junto a Ravenclaw.
-Quizás Malfoy no sea así, pero te apuesto lo que quieras a que los demás nos tiran de las escobas o nos rompen los huesos.
-Pero por eso no pasa nada- gimoteo-, Pomfrey y yo os los curaremos en pocos segundos.
-No es eso- Oliver suspira-, es cuestión de principios.
No se cuáles serán esos principios, pero no consigo convencer a Oliver para entrenar junto a las serpientes.
Por otra parte, las cosas están bastante tranquilas en la enfermería; eso, o Pomfrey no quiere interferir en mis muchos estudios y deberes, pero yo me paso por allí cada vez que puedo (normalmente antes de comer) y ayudo a Pomfrey a alimentar a los pacientes.
-¡Me cago en todo, Oliver, cómete el chocolate!- grito, y seguramente haya despertado a Katie Bell. Por lo que sé, ambos iban hacia el campo de quidditch cuando se les acercó un dementor, quizás demasiado, y no supieron hacer su patronus. Así que aquí están y aquí estarán todo el día, alimentándose a base de chocolate hasta que el ataque de los dementores pase su efecto.
-¡Es que no me gusta!- protesta Oliver.
-¿No te gusta el chocolate? Chico sin infancia... En fin, si no quieres que te amarre a la camilla, cómete el puto chocolate.
-¡No me gusta!- repite Wood.
-Vale, pues haremos algo que hacía yo cuando quería que Gabrielle...
-¿Gabrielle?
-Sí, mi prima pequeña que tenía cuatro años la última vez que la vi.
Esto deja rayado a Oliver, y su cara me haría reír si no tuviera que restaurarlo del ataque de los dementores.
-Vamos a hacer algo: chocoquidditch, aprenderás a amar el chocolate como una persona normal- sonrío ampliamente, y rompo la roca de chocolate con un martillito que hay por allí-. Esta es la quaffle. Estas son las bludgers. Esta es la snitch.
Saco trocitos de chocolate que se asemejan a las bolas de quidditch.
-¿Tengo que recordar cómo funcionan las bolas de quidditch o tú lo sabes ya?
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Hija De Nymphadora Tonks
FanfictionTodos los personajes, excepto Ailey y Leah, son invención de JK Rowling. Ailey Abbado, una muggle cualquiera pero loca por la magia, recibe un día la visita de un señor con barba blanca, que le habla de un colegio de magia. Hogwarts, así se llama. A...