35. ¡Primavera!

56 5 1
                                    

-¡Faltan tres semanas para las vacaciones!- susurro, añadiendo un gajo de naranja a mi Amortentia.

-Sólo es Semana Santa, cálmate- dice Draco, observando su poción, de un tono azul cielo espumoso, perfecto según las instrucciones de Snape.

La mía es verde; creía que con esa creación espontánea de pociones sanadoras me ayudaría a preparar pociones, pero no. Se ve que si no tengo al enfermo por delante, no soy capaz de crear una cura decente, y por eso le propuse al profesor Snape que trajera a un paciente de la enfermería para trabajar mejor.

La cosa es que ese día olvidé la mala leche de Snape, así que no me esperaba su reacción en absoluto:

-¡Diez puntos menos para Gryffindor por decir estupideces!

No rechisto, pues sé que podría ser peor.

El clima va ayudando a mi creciente buen humor; entre el número de horas de sol suave y el hecho de superar al pelirrojo, sonrío cada vez más, podría decirse que he recuperado a la antigua Ailey, pero ahora tiene una cicatriz bien marcada en el pecho.

Aunque no tenemos otro partido hasta después de Semana Santa, Oliver Wood sigue convocando entrenamientos, que a veces conjuntamos con Hufflepuff o Ravenclaw, pero nunca con Slytherin.

-¿Y por qué no podemos entrenar con los de Slytherin?- pregunto un día, en el que Oliver decide entrenar junto a Ravenclaw.

-Quizás Malfoy no sea así, pero te apuesto lo que quieras a que los demás nos tiran de las escobas o nos rompen los huesos.

-Pero por eso no pasa nada- gimoteo-, Pomfrey y yo os los curaremos en pocos segundos.

-No es eso- Oliver suspira-, es cuestión de principios.

No se cuáles serán esos principios, pero no consigo convencer a Oliver para entrenar junto a las serpientes.

Por otra parte, las cosas están bastante tranquilas en la enfermería; eso, o Pomfrey no quiere interferir en mis muchos estudios y deberes, pero yo me paso por allí cada vez que puedo (normalmente antes de comer) y ayudo a Pomfrey a alimentar a los pacientes.

-¡Me cago en todo, Oliver, cómete el chocolate!- grito, y seguramente haya despertado a Katie Bell. Por lo que sé, ambos iban hacia el campo de quidditch cuando se les acercó un dementor, quizás demasiado, y no supieron hacer su patronus. Así que aquí están y aquí estarán todo el día, alimentándose a base de chocolate hasta que el ataque de los dementores pase su efecto.

-¡Es que no me gusta!- protesta Oliver.

-¿No te gusta el chocolate? Chico sin infancia... En fin, si no quieres que te amarre a la camilla, cómete el puto chocolate.

-¡No me gusta!- repite Wood.

-Vale, pues haremos algo que hacía yo cuando quería que Gabrielle...

-¿Gabrielle?

-Sí, mi prima pequeña que tenía cuatro años la última vez que la vi.

Esto deja rayado a Oliver, y su cara me haría reír si no tuviera que restaurarlo del ataque de los dementores.

-Vamos a hacer algo: chocoquidditch, aprenderás a amar el chocolate como una persona normal- sonrío ampliamente, y rompo la roca de chocolate con un martillito que hay por allí-. Esta es la quaffle. Estas son las bludgers. Esta es la snitch.

Saco trocitos de chocolate que se asemejan a las bolas de quidditch.

-¿Tengo que recordar cómo funcionan las bolas de quidditch o tú lo sabes ya?

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora