El tren se detiene súbitamente; lo sé porque me despierta del tirón.
-¡Vamos!- me apremia Leah-. ¡Como te quedes ahí luego yo no te recojo! Y que Draco quiere volver a encontrarse con su Harry... ¡Tiiiiiiiiira!
-¡Cállate!- gritamos él y yo a la vez.
-Ya voy-, gruño perezosamente, y apenas me da tiempo a salir con mis cosas cuando se cierra la puerta. En la vuelta, los carruajes solo se llevan el equipaje; los alumnos tenemos que ir andando. Cuando llegamos a la puerta de Hogwarts, estoy fatigada por la cuesta, pero eso no me impide echar a correr y repartir abrazos entre los alumnos que nos esperan en la puerta.
Primero a Harry y Ron a la vez, que apenas me dejan irme; luego todo el equipo de quidditch nos hacemos una inmensa piña viviente y risueña.
-¡Gryffindor, Gryffindor!- coreamos, saltando, y dos segundos más tarde todos nos hemos caído al suelo.
-Os teneis que olvidar de esta descoordinación cuando juguemos, ¿eh?- bromea Oliver, sacándonos carcajadas a todos.
Nos levantamos como podemos; más bien ellos lo hacen. Yo me quedo tumbada en el suelo, retorciéndome de la risa y resbalando cada vez que intento ponerme en pie.
-Venga, no es tan difícil- mis lágrimas de risa me impiden ver quién dice eso-. Yo te ayudo.
Me toma de la mano y me obliga a ponerme de pie, pero aún me sigo riendo como una posesa, así que no veo quién es.
-Madre, como sigas así yo me voy a mi casa.
Respiro hondo. Uno, dos, tres. Ya está, ya controlo la risa.
Quien me ha ayudado a levantarme era Fred, y ahora me tiene bastante cerca a él y cogida por las manos. Estoy a punto de romper ese momento, cuando por mi cabeza resuenan las palabras de George: «no seas borde. Te echa de menos». Le permito abrazarme.
-Te echaba de menos- susurra.
-Yo también, cabeza tomate- concedo, pero no me río por miedo a que me de otro ataque.
Cuando me suelta, me encuentro cara a cara con Hermione. Ella me abraza rápidamente, sin darme lugar a hablar, y le devuelvo el abrazo silenciosamente. Bueno, creo que hemos resuelto la pelea que nunca tuvimos. Eso me alegra.
-Escucha, Ailey, yo...
-Lo sé, ni se te ocurra abrir la boca- sonrío.
-Pues vale. ¿Arreglado?
-Para arreglar algo primero debe estropearse, ¿no?
Y esa breve conversación es lo único que da a entender que somos tan amigas como antes.
El resto del día pasa en una confusión de saludos, abrazos y reencuentros (unos más agradables que otros), pero desde luego hoy Peeves se lleva la medalla de oro.
-¡Mira, mira, mira quién vuelve!- grita, flotando por encima de nuestras cabezas. Como siempre, consigue hacerme sonreír-. ¡Peeves os había echado de menos...! ¡Nah, es mentira!
Y empieza a tirarnos globos de agua encantados, que nos persiguen a lo largo de todo el pasillo principal. Uno de ellos impacta sobre la jaula de Jev, quien eriza las plumas y le chilla a Peeves.
-¡Pequeña, no pasa nada, solo es agua!- murmuro frenéticamente junto a su jaula.
Y no hay ni un solo Gryffindor que llegue seco a la torre.
-¡La contraseña es alas de billywig!- grita Percy Weasley en cuanto llegamos al retrato de la Dama.
-¡Desde luego, no teneis otro momento para llegar!- chilla ella, entrando en su lienzo-. ¡Y encima me traeis al duende ese, verás como se entere el Barón Sanguinario!
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Hija De Nymphadora Tonks
FanfictionTodos los personajes, excepto Ailey y Leah, son invención de JK Rowling. Ailey Abbado, una muggle cualquiera pero loca por la magia, recibe un día la visita de un señor con barba blanca, que le habla de un colegio de magia. Hogwarts, así se llama. A...