45. Vuelta a Heavensville

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-Mira tus huellas.

Bajo la vista al tablado, y entonces descubro que voy en pijama.

En pijama. Delante de un mortífago. Ole yo.

Y seguramente también esté horriblemente despeinada, porque no he tocado un peine desde ayer al bañarme.

Pero me centro en las huellas: de un tono negro azabache.

-Mejorando- comenta Lucius, con una sonrisa no muy perversa. No, no es maligna, y yo también me permito sonreír ahora.

¡Crac! Dobby aparece de la nada, dándome un susto. No me acostumbraría a eso nunca.

-La comida está hecha, señores- dice, haciendo una reverencia, y le doy las gracias.

-Muy mal, Dobby- gruñe Lucius, y le miro extrañada-. No te he pedido la comida, ¡no tenías que haberla preparado!

-Dobby lo siente, Dobby es un elfo bueno... Dobby tiene que pillarse las manos con la puerta como castigo.

Pero agarro al elfo por los hombros antes de que eche a correr hacia la puerta más cercana.

-Te prohíbo que te pilles los dedos con la puerta- digo, y el cuerpecito de Dobby se relaja-. ¿Siempre hace eso?

-Si no se comporta como es debido, se autocastiga- dice Lucius con desdén, y de repente lo odio mil veces más.

-Dobby, te prohíbo que te autocastigues.

-No va a hacerte caso- suelta Lucius a mi espalda.

-Sí va a hacerlo- digo, respondona-. Mientras viva aquí también soy su ama, ¿no?

-No tiene porqué.

Entonces exploto, pero sigo intentando mantener a raya el tono de voz.

-Draco le dijo que me obedeciera, así que lo hará.

Y entonces me arrepiento: creo que acabo de meter a Draco en un jardín del que no saldrá solo.

Perdón, murmuro mentalmente, esperando que lo oiga, aunque dudo que vaya a escuchar algo más que la baja pero penetrante voz de Lucius:

-¿Has hecho eso?

Draco solo asiente con la cabeza débilmente, y me recuerda tanto a un cachorrito asustado que me dan ganas de acariciarle las orejas.

De hecho, se lo hago a Dobby para mantener la calma.

-Dobby, ¿ellos discuten a menudo?- pregunto, agachándome a su altura.

-Pues...- empieza, pero sus manos le tapan la boca como si no fueran las suyas-. Dobby no... Dobby es un elfo bueno, ¡Dobby no!

-Déjalo- murmuro, apenada-. No me digas nada, ¿vale? Dobby, ¿tú crees que van a arreglarlo?

-Siempre se arreglan- murmura Dobby-, siempre dejan de pelear. Amo Lucius es bueno con amo Draco, pero amo Lucius no es bueno con Dobby.

Entonces Dobby intenta quitarme la espada de la mano, pero la lanzo lejos para evitar que se autolesione.

-No puedes autolesionarte- le recuerdo, y Dobby asiente-. Mira, ya están callados.

-Ailey, vámonos- dice Draco-. ¿Tienes hambre?

-¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Yo siempre tengo hambre!

Y seguimos al pequeño Dobby a través de múltiples pasillos y escaleras, mientras yo me pregunto qué irá a hacerle a Draco.

¿El pavo real de la puerta no te mordió?

Pues no...

La voz de Draco no vuelve a resonar en mi cabeza, y eso me preocupa. Es imposible que esté mal, es decir, está a mi lado, caminando, seguro que no está mal.

Hija De Nymphadora TonksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora