Capítulo VIII
Un trato forzado
Arranco a correr como una desalmada.
Uriah me persigue. Va a matarme. Me ha encontrado y ahora pagaré el haberle bofeteado la cara. Sigo corriendo y llego al claro donde acababa de pasar la noche. Me vuelvo y miro en todas direcciones. No escucho pisadas ni ramas romperse bajo sus pies. Quiero correr, huir de él, pero no me atrevo a moverme porque no sé de dónde tengo que huir.
Me estremezco ante el silencio sobrenatural que me rodea, propio de un depredador nato. Mis manos tiemblan descontroladamente y miro en todas direcciones, al borde del histerismo.
Al fin oigo un crujir de ramas encima de mí y me vuelvo justo a tiempo para ver como Uriah salta y me rodea en pocos segundos. Desenfunda su machete y lo coloca en mi nuca con desenvoltura, como si lo hubiera hecho cientos de veces mientras un cuchillo más pequeño apunta directamente a mi nuez.
- ¡Déjame ir! - le grito sin forcejear demasiado para no enervarle e invitarle a terminar lo que ha empezado.
La punta del cuchillo toca mi cuello y al retroceder con la cabeza, el machete me hace un pequeño corte en la nuca.
- ¡Por favor! - suplico por mi vida. Las lágrimas ruedan hacia los lados y caen sobre la hierba.
Este tira a un lado su cuchillo pero continúa empuñando el machete hacia mí.
- ¡No diré nada sobre tu estúpida tribu de Salvajes! - grito, ahora con rabia.
- No te he seguido por eso - dice mientras enfunda su arma.
Le miro con el ceño fruncido mientras intento recuperarme del susto.
- Yo también necesito ir a Rhycund por asuntos personales. Si me dejas acompañarte prometo ayudarte a conseguir caballos.
Contemplo perpleja como camina con resolución y actúa como si nada hubiera pasado.
- ¡¿Qué?! ¿Quieres que te ayude después de haber intentado asesinarme?
Se vuelve de espaldas a mí y sonríe antes de volver la cabeza mientras le hace algo a su machete.
- Sí.
Suelto el aire de golpe y de pronto empiezo a reírme con fuerza.
- ¡Puedo llegar sola a Rhycund, pero gracias por la oferta! - digo mientras empiezo a andar.
- No sobrevivirás en el pantano.
Me detengo.
- Está atestado de fieras, plantas y bayas venenosas e incluso podrías toparte de nuevo con otros Salvajes - explica y tras hacer una pequeña pausa prosigue - solo que si tienes la mala fortuna de encontrarte con otra tribu, esta no será tan benévola contigo.
Arrugo la nariz por un instante al pensar que tiene razón. El orgullo me empuja a seguir adelante pero el raciocinio detiene mis pasos.
- ¿Por qué hablas mi idioma? ¡¿Y por qué no escapas tú solo?!
- Haces demasiadas preguntas.
Miro a Uriah con la peor mueca de asco que se me ocurre mientras este ni se inmuta.
- Por el pantano me interceptan los Salvajes y por los caminos me interceptan los soldados. ¿Contenta?
- ¿Y para qué me necesitas?
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Igneous
AdventureEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...