Capítulo XV
El discurso del rey
Uriah se ha abalanzado sobre ella y la ha dejado en el suelo, medio inconsciente. Me transformo de nuevo y me hago un hobillo en el suelo.
- Veo que no soy el único con problemas familiares.
No puedo evitar sonreír ante la ironía de Uriah, que ha vuelto a su forma humana, y pierdo la cuenta de las veces que ha aparecido justo en el mejor momento. Me ofrece el abrigo de mi madre, roto, aunque todavía me sirve para cubrirme y me ofrece una mano que acepto con gusto.
- No lo he conseguido, Deia - se apresura a decir jadeante - En cuanto he salido los han matado a todos. He escapado de milagro.
- ¡¿Estás bien?! - le pregunto y me abrazo a él con fuerza.
- Me siguieron unos cuantos pero los perdí cuando me metí en una de las celdas de contención.
Compruebo que está en lo cierto porque no está desnudo.
- Oh mierda - maldigo al revovinar sus palabras y dar con lo de que han matado a todos los mutantes - ¿Es que no han escuchado a mi padre?
- El rey Azimuth está allí fuera. Tu padre también y parecía enfadado.
Mi padre... Por supuesto. No creyeron a mi padre y por ello rompieron la tregua. Por lo menos él sigue vivo.
No conozco personalmente al rey Azimuth aunque si conozco su fama con los Salvajes. Siempre llegaban rumores a Vëersoyahr aunque yo nunca creí nada de eso. En ese entonces dudaba incluso de la existencia de Salvajes. Pero los Salvajes si existen y el rey ha demostrado su crueldad matando a los mutantes. A los suyos. Uriah también comentó algo al respecto no hace mucho y me estremezco ante un oscuro pensamiento que brota en mi mente.
Me sobresalto al ver pasar un chorro de agua sobre mi cabeza que empapa a Uriah por completo, golpeándolo contra el suelo. Compruebo que esta bien cuando alza la cabeza y la sacude, aturdido y me vuelvo.
Mi madre ha vuelto en sí. En cuanto se percata de que la estoy mirando, se apresura en abandonar la lucha. Ella asciende por unas escaleras metálicas pero cuando intento seguirla, estas desaparecen y entonces me percato de que se plegan a su paso, de modo que no puedo alcanzarla a no ser que...
- ¡Caribdis!
Caribdis se vuelve y se dirige hacia mí de inmediato, con media cara cubierta de una sangre que no es la suya.
- ¡Ayúdame! - le digo señalando a mi madre.
Ella comprende y después de transformarse en humana y cubrirse con el traje de una de las hydras que acaba de matar, utiliza toda la fuerza del viento para elevarme y hacerme levitar en dirección a la reina. Mis pies se despegan del suelo y me acerco demasiado deprisa hacia mi madre. Necesito alcanzarla. No sé que haré cuando lo haga, pero necesito alcanzarla como sea.
Prácticamente puedo tocarla con las gemas de los dedos pero de repente se interpone una puerta blindada entre nosotras.
Algo falla en el viento y al darme cuenta de que ya nada me sostiene, ahogo un grito mientras caigo precipitadamente al suelo. Uriah se quita toda la ropa salvo la interior y de un salto recobra su forma animal justo a tiempo para que su pelaje mullido amortigüe mi caída. Me vuelvo enseguida y le doy las gracias con la mirada justo antes de volverme hacia Caribdis.
- Debéis capturarla - afirma justo antes de transformarse en un lobo de pelaje grisáceo.
Me transformo y nos apresuramos a salir por uno de los pasillos. Cadmi y Tulio, advertidos por Caribdis de la huida de la reina, nos abren paso en la batalla.
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Igneous
ПриключенияEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...