Capítulo XIX
Disturbios
A la mañana siguiente, desayuno con mi hermano y me apresuro en volver con los mutantes que todavía siguen asentados a las puertas de Veevarest. Me paseo por las calles, más vacías que de costumbre y me pregunto dónde estará todo el mundo. Quizás estén exhaustos y sigan durmiendo. Cuando llego a la plaza principal me detengo en seco, sorprendida. Toda la gente que echaba en falta en las calles se encuentra ante mis ojos, arremolinándose en torno a algo que no consigo ver.
Me acerco lentamente y con dificultad. Entre empujones y pisotones, consigo atravesar el embudo de gente lo suficiente como para ver qué ocurre.
Al acercarme me paro en seco. Azimuth se encuentra de pié, con una mano sostiene el cobrizo cabello de Uriah y con la otra empuña un cuchillo la punta del cual se clava levemente en su cuello y hace que una gota de sangre resbale por su garganta, seguramente después de haber forcejeado. Uriah se muestra pasivo, con los ojos entrecerrados y mirando al frente, a ninguna parte, con los labios fruncidos.
Azimuth está soltando un discurso sobre lo peligrosos que son los Salvajes.
Nadie sabe de mi relación con él y quién lo sabe no me ha delatado todavía. Entre la multitud, algunas personas me señalan y abren los ojos de par en par.
Uriah me encuentra entre la multitud y me mira por el rabillo del ojo. No veo miedo en su mirada y eso me reconforta pero sí anhelo, lo cual hace que me duela el pecho. Este sonríe levemente al verme y niego con la cabeza para que disimule. Él comprende y desvía la mirada de inmediato, frunciendo de nuevo los labios.
- ¡... Además, este chico es un mutante! - grita Azimuth, con el rostro enrojecido seguramente por haberse enfrentado a él - ¡Ha ayudado a la reina de Sjraevha a huir!
El corazón me da un vuelco y me sube por la garganta. Azimuth no tiene pruebas de que haya sido él y eso me enfurece. Si las tuviera, yo ocuparía el lugar de Uriah.
- ¡Deia! - grita Rose que aparece detrás de mí, luchando por alcanzarme entre el barullo de gente.
Rose me mira aterrorizada, con ojos húmedos y hundidos. Entonces recuerdo que ayer habíamos quedado para hablar y falté al encuentro. Me remuerde la conciencia al pensar que esto que está pasando ahora podría haberlo evitado con la información que Rose me hubiese proporcionado.
Me mira con desdén, haciéndome recordar que no cumplí su promesa, pero es consciente de que no hay tiempo para reprimendas.
Landrose se acerca a mí y atrapa mi oido entre sus manos. Su aliento cosquillea en mis tímpanos.
-¡Ayuda a mi hijo, Deia! ¡No puedo perderle, Deia por favor!
- ¿El rey sabe que es tu hijo?
Landrose niega con la cabeza. Quizás no era la mejor opción el hacérselo saber.
Nunca antes había oido súplicas de la boca de Landrose. Ella misma podría haber intervenido pero sé por qué me lo pide a mí: el rey me teme. Me teme porque controlo todos los elementos.
Nibai se acerca por mi otro costado. Por detrás acerca su barbilla a mi oido.
- Siempre hay una primera vez, aberrante - susurra.
Tienen cogido a Uriah entre dos guardias y Azimuth apunta a su pecho con un trabuco.
Mis músculos tiemblan y respiro hondo para no provocar una transformación. Esto lo he de hacer como humana.

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Igneous
AventuraEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...