Parte 2: Capítulo 18

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Capítulo XVIII

Oscuro amanecer

El día siguiente transcurre rápidamente. El sol aparece pero no tarda en esconderse. Seguro que le da miedo iluminar un lugar tan inhóspito y desolador como este.

- ¡Tengo hambreeee! - se queja Sina.

- Pues te aguantas - responde Mattson.

- Pues yo creo - replico - que deberíamos buscar algo para comer antes de morir de hambre.

- ¿Y qué podemos comer aquí? ¿Estofado de hydra? ¿De mutante tal vez?

Sina traga saliva. La verdad es que la réplica es muy convincente, no sabría distinguir a un mutante de un animal normal y corriente.

- Bueno... - le respondo pensativa - En caso de emergencia recurriría al canivalismo y adivina a quién me comería primero.

Mattson entrecierra los ojos y dibuja una socarrona sonrisa mientras me escucha.

- Te daré una pista - prosigo susurrando y ladeando un poco la cabeza - Es grande, molesto y entrado en carnes.

Sina no puede evitar reírse por el comentario.

- Deia, te tragarás este puño como no cierres el pico - me amenaza Mattson alzando su puño derecho y sin dejar de sonreír.

- Adelante. Soy una aberración, tus ataques de roca me hacen cosquillas.

Uriah resopla y se tiende sobre el fino musgo que cubre las raíces sobresalientes de los árboles.

- Por favor... No os peleéis... Llevo sin comer muchos días y no me encuentro bien...

Las palabras de Sina hacen mella en los sentimientos de Mattson y al final acaba cediendo a buscar comida entre quejas y maldiciones aunque no las suficientes como para demostrar que Sina le es indiferente.

- Bien, aberración, indícame dónde está el aperitivo.

- Hay que buscarlo - interviene Uriah frotándose las manos.

- ¿Dónde?

Ninguno de los dos sabemos responder. Mattson empieza a preparar su hacha y una pequeña bolsa en la que mete provisiones.

Miro los árboles que se encuentran a nuestro alrededor. Me acerco a uno de ellos, el más alto. Poso mi mano sobre su blanda corteza y cierro los ojos. Su tacto me recuerda al pantano, a cuando recurrí a las alturas para encontrar aquella hondonada en la que Uriah y yo teníamos pensado pasar la noche. Cojo carrerilla y me agarro a la rama más próxima. Me cuesta levantar todo el peso de mi cuerpo con un solo brazo pero me impulso con las piernas y consigo agarrarme con el otro brazo. A medida que subo, la corteza se vuelve más flexible y resvaladiza y si continúo subiendo podría partirse. Me agarro con fuerza a una veta y miro a través del follaje de los árboles contiguos al mío.

A lo lejos, en la pradera, diviso sin dificultad toda una estampida de animales que no logro distinguir.

- Podrían ser de los nuestros - pienso en voz alta.

Uriah sube hasta mí para ver a qué me refiero. No mucho más lejos de nuestra posición fluye inocente un pequeño río y sus aguas son limpias. Intuyo que esa clase de torrente debe de desembocar en el lago.

- Quizá podamos pescar - pienso - Un mutante-pez no sería muy útil para la lucha...

- Una idea mucho más sensata que recurrir al canivalismo - suelta Uriah muy serio aunque sarcástico - ¡Matt! ¡Nos vamos de pesca, deja aquí el hacha!

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