Capítulo V
Despedida y acampada
- ¡Papá!
Me aferro a mi padre con fuerza. Empiezo a temblar. Rose arma a los soldados y Jack anima a las tropas con su cálida e impetuosa voz narrando un discurso sobrecogedor. Uriah abraza a su madre con fuerza mientras yo dedico un último adiós a mi padre junto con Symmus.
- Ojalá mamá estuviera aquí para despedirse...
- Sí, ojalá, pero era mejor que se quedase en casa.
No necesito que me explique más. Intento evadir la imagen de mi madre y mi hermano convertidos en una sirena y un gillman.
Jack da la orden a las tropas. Rose besa la frente de su hijo y monta en su corcel junto con Jack y mi padre.
En cuanto marchan las filas, el suelo tiembla y un estruendoso ruido hace que nos tapemos los oidos. El traqueteo de los caballos, las pisadas de los hombres, envueltos enteramente de metal y armados hasta los dientes y los gritos de euforia y ánimo de los aldeanos de Rhycund hacen que los nervios dañen mi estómago. La adrenalina fluye y mi corazón se encuentra en todas partes latiendo por todo mi cuerpo. Pronto quedo sorda ante el tumulto y no escucho más que un pitido agudo y perpetuo.
El cielo empieza a nublarse y ciega los rayos argénteos que la luna despide. Cojo con fuerza la mano de Symmus y él me rodea con los brazos por detrás. Necesitaba aferrarme a algo para no caer al suelo ante tanta espectación. Cuando las tropas desaparecen en la lejanía, la gente empieza a retirarse a sus casas para descansar.
- ¿Cuándo volverán? - pregunto a una mujer que acaricia la cabeza de su hijo, que se esconde sollozando entre sus faldas.
- No lo sé...
Me vuelvo en busca de otra persona.
- Perdone - pregunto a otro hombre - ¿Cuándo volverán de la batalla?
- Quizá nunca - me responde como si le hubiera ofendido y me hubiera querido herir como respuesta.
Me vuelvo de nuevo, histérica.
- Tranquilízate, Deia.
- ¿Por qué no me responde nadie? - pregunto a Alanis reprimiendo las lágrimas de puro nerviosismo.
- Si va todo bien volverán mañana al amanecer. Si tienen dificultades, volverán mañana al atardecer.
Abrazo a mi amiga buscando su consuelo. Ella me acaricia la cabeza y me pasa el cabello por detrás de las orejas.
Ambas nos sentamos a un lado y pasamos el rato calladas, inmersas en nuestros pensamientos. Fijo la vista en la luna. Me gusta mirarla y más cuando me siento nerviosa. No es que el sol me disguste pero a la luna puedes mirarla fijamente sin cegarte. Mi padre siempre decía que la luna llena era una fiel amiga de los ladrones. Lo que él no sabía era que yo era uno de ellos.
- Ven - me sobresalta la voz de Alanis.
Me levanto y empiezo a seguirla. Mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que hace ya un buen rato que nos hemos quedado solas.
Alanis me guía hasta una pequeña tienda.
- Pensé que preferiríais pasar la noche aquí y ser los primeros en ver regresar a...
- ¡Gracias! - interrumpo a Alanis, abrazándola, conmovida.
Alanis me devuelve el abrazo.
Asomo la cabeza por la lona y observo que Uriah se encuentra de espaldas a mí, supongo que ya dormido. Symmus se estremece, abre un poco los ojos y me sonríe. Entro en la tienda y me envuelvo entre las sábanas, rezando por que la noche sea corta y la mañana llegue temprana.
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Igneous
AventuraEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...