Parte 2: Capítulo 16

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Capítulo XVI

¿Sina?

Les dedico un último saludo con la mano y corro junto con los demás. El barco desaparece detrás de nosotros y nos adentramos en la espesura del bosque. Los árboles se encuentran arraigados al suelo con firmeza y muestran formas tan retorcidas que nos dificultan la marcha. El suelo es mohoso y resbaladizo. El ambiente me recuerda al pantano. De hecho no debemos encontrarnos demasiado lejos de este. Sjraevha tampoco se encuentra demasiado lejos de Veevarest y Vëersoyahr. De hecho existe una distancia menor a la que recorrimos en su momento Uriah y yo.

Hemos empezado la marcha corriendo para compensar la dificultad del camino pero pronto, debido al ascenso de las temperaturas y debido a la pegajosa humedad del aire, proseguimos el viaje caminando. No paro de pensar en la burda travesía que hemos tenido. Rose me aseguró que no habría ningún peligro y, sin embargo, antes de poner un pie en Sjraevha ya nos han atacado. Siento un nudo en el estómago. Es posible que la ruta que nos ha propuesto Rose sea segura, pero quizás no hayan tenido en cuenta que me quieren a mí a cualquier precio. Estaba segura de que atravesando el lago y llegando a la zona más alejada del fuerte estaríamos seguros pero ahora un catamarán entero de hydras nos ha visto y, aunque nos hayan perdido de vista, saben que estamos aquí. Deben de saberlo.

Mattson empieza a sudar mucho antes que el resto de nosotros. Jadea con las aletas de la nariz completamente abiertas y con la frente perlada de sudor.

- Qué calor... - se queja Matt entre jadeo y jadeo.

- No es por el calor - le explico - es la humedad.

- Parad aquí un segundo - nos pide Uriah.

Obedecemos con gusto. Uriah nos mira a todos detenidamente. Algo acecha entre la maleza. Pasamos un minuto de silencio con el corazón en un puño.

¿Hydras? ¿Tan lejos de la fortaleza? ¿Y del agua?

Me estremezco. Puede que en esta tierra las hydras no sean el único peligro.

- Sigamos - nos pide Uriah desconfiado.

Caminamos durante mucho tiempo, sorteando centenares de riachuelos y manglares. La humedad se intensifica a medida que nos adentramos en Sjraevha y cada vez me resulta más difícil seguirles el paso. Me quedo sin aire. Mattson se gira de vez en cuando y me dirige una sonrisa burlona y mi maldito orgullo hace que, a pesar del cansancio, le adelante y encabece la marcha.

Y un milagro destella en el cielo. La primera estrella.

- ¡Parad! - les ordeno jadeante - Acampemos... Ya se está haciendo... De noche...

Todos obedecen sin rechistar ya que están igual de cansados que yo. Excepto Mattson, ninguno de nosotros es capaz de mantener la compostura y nos sentamos apoyados en un tronco. Mattson fue el primero que se quejó del calor pero es un terrario y resiste mucho más que nosotros.

- No os detengáis tan repentinamente o echaréis los pulmones por la boca- sugiere Matt - Levantáos y prosigamos cinco minutos más al paso.

Tiene razón. Nos levantamos pálidos de tanto esfuerzo y seguimos caminando. Un rato después, cuando podemos volver a respirar con normalidad, decidimos acampar justo en el siguiente claro que encontramos.

- Hagamos una hoguera - propone Mattson.

- Ni hablar, el humo e incluso la luz atraería a las hydras.

- Ya, pero si una hydra se planta aquí, tú y Uriah podréis protegernos.

- Pero las hydras no se irán tan lejos del fuerte y mucho menos del agua a no ser que nos vean de lejos.

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