Parte 2: Capítulo 10

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Capítulo X

Sirena

El cuarto día llega antes de lo esperado.

Todavía no me he acostumbrado a apuntar la palma de mi mano hacia el agua y conseguir que se mueva y ya no hace falta comentar que ni siquiera me he atrevido a probar ningún otro elemento. ¿Es cierto lo que las hidras dijeron sobre mí? ¿Controlo los cuatro elementos? Prácticamente me había acostumbrado a ver sacar chispas de las manos a mi padre y de repente me encuentro con que controlo el agua, el poder del enemigo, y además los otros tres elementos.

Pronto me van a ejecutar pero no siento ningún miedo por ello. Todavía albergo alguna esperanza. Espero la oportunidad de encontrarme cara a cara con la reina de Sjraevha. Quizá consiga matarla o obtener información útil. Quizás con solo verle la cara sea suficiente.

La hydra de cabello blanquecino a quién ataqué en Rhycund irrumpe en mi celda y empieza a maniatarme concienzudamente. Entre tres hydras me alzan y me llevan hacia la sala en la cual me ejecutarán.

Inspiro. Expiro. Inspiro. Expiro.

¿Y si algo sale mal? ¿Y si no consigo escapar?

Me llevan hacia una plancha de metal y me tumban con suavidad.

No veo a nadie que parezca la reina por ninguna parte.

Cuando una de las hidras se acerca con un bisturí mi instinto de huida se activa.

- ¿Qué vais a hacerme?

- Verás – sisea la hydra mirando a sus otras dos compañeras – Queremos tu poder para nosotras, pero no sabemos cómo extraértelo, de modo que empezaremos por abrirte en canal y ver qué hay dentro...

Decido actuar ya. Tenso los músculos y me deshago de las cuerdas que me oprimen.

Las hydras a mi alrededor gritan sorprendidas. Yo quedo paralizada ante la facilidad con la que me he soltado, pero recuerdo de inmediato que es obra del elemento roca.

Aprieto los puños y esta vez desprenden chispas que pronto se convierten en antorchas. Miro fascinada mis puños encendidos y me sorprende que el fuego no me queme. Vienen más hydras y dirijo los puños hacia ellas. Unos brazos llameantes atraviesan sus cuerpos y dejan en ellas un agujero grande y carbonizado justo antes de que se desplomen al suelo sin vida.

Miro de nuevo mis manos, ahora humeantes. Es la primera vez que manifiesto este poder. Mi primer poder manifestado fue el agua. Después la roca. Ahora el fuego.

Oigo golpes de fondo y la puerta de la sala vuela en mil pedazos. Esto si que no ha sido obra mía.

Espero la entrada de una veintena de hydras más que acudan aquí a reducirme pero lo único que llega a la habitación es el ruido de algo que está teniendo lugar en el exterior. De repente aparece al fin una cara amiga.

- ¡Deia! - grita Rose, que me rodea entre sus brazos con gesto maternal y protector - ¿Estás bien?

Asiento.

¿Cómo han conseguido entrar?

- Debemos salir de aquí cuanto antes - advierte.

Fuera esperan mi padre, dos soldados que vigilan los pasillos y...

- ¿Symmus? ¿Qué haces aquí?

- Nos siguió y para cuando nos dimos cuenta ya no había marcha atrás.

Sym sonríe arqueando las cejas.

- Pues llegáis justo a tiempo porque iban a ejecutarme.

- ¡Vaya!... Solo ejecutan a los prisioneros peligrosos - explica Landrose.

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