Capítulo XXI
Incandescente
Una llama prende de mis manos sin haberla yo provocado y siento de nuevo ese calor propagarse dentro de mí. Como un metal recién sacado de las brasas. Brillante, incandescente y listo para convertirse en un arma letal.
Al abrir los ojos me sorprende una luz que se refleja en la pared de ramas y no tardo demasiado en darme cuenta de que soy yo misma. Uriah, por supuesto, ni siquiera se ha inmutado. Continúa durmiendo plácidamente porque para él mi fuego no es más que un cosquilleo. Me quito la manta de encima y lentamente me incorporo. Me sorprende que me duela tan poco el abdomen. Deben de ser las flores de Tirwée. Sabía que existían porque las usaron para dormir a mi abuelo cuando se estaba muriendo. Su muerte fue tranquila, lenta e indolora. O por los menos eso es lo que afirma mi padre porque yo no estube allí. Mi abuelo vivía en Veevarest, donde trabajaba como mercader y, anteriormente, mi padre vivió allí antes de mudarse a Vëersoyahr. Él dice que se fue porque no soportaba el barullo de la gran ciudad pero tanto él como yo sabemos que fue porque conoció a cierta mujer que cuidaba los jardines de gente adinerada a cambio de cuatro monedas de cobre de las antiguas, es decir, una miseria. Todavía me pregunto si fue ella la que tuvo el detalle de decirle que era una princesa hydra o el avispado de papá la descubrió bebiendo de burbujas de agua flotantes.
Uriah gira todo su cuerpo quedando de espaldas a mí y aprovecho para escabullirme por los pies de la cama. Por supuesto, ya es de noche, aunque no esperaba menos de las flores-droga. Tras respirar hondo varias veces seguidas para calmarme, busco a tientas mis zapatos y avanzo despacio hasta que la luz de la luna me descubre.
Ya me habían mencionado que nos habíamos establecido en las Cabañas provisionalmente tras desterrar al Jefe y es justo eso lo que me inquieta. No necesitamos tener más enemigos y, sin embargo, no se han molestado en acabar con uno de ellos cuando todavía estaba a su alcance. Seguro que ahora estará vagando por el bosque planeando su venganza. Miro las casitas que yacen ocultas en las copas de los árboles y antiguos recuerdos acuden a mí como viejos amigos reencontrándose tras haber pasado muchos años separados. Yo apenas he pasado unos meses desde que los dejé atrás.
Me paseo por la tarima hasta que me dirijo al borde y me siento, dejando mis piernas colgando.
Uriah tiene razón: parece que todo el mundo se haya puesto en nuestra contra. La gente que nos apoya se encuentra en estos momentos o muy lejos o arrestados en Veevarest. Me preocupan Söda y mi padre pero en el fondo sé que están bien. Lo supe incluso antes de que fuera consciente de ello. En su mirada lo vi todo: la locura que rebosaba de sus ojos... Su rostro entero me envió un mensaje de advertencia: ojos tan abiertos que dejaban ver su blanco por todas las esquinas; ceño fruncido; boca torcida y sonriente. Hay algo peor que un rey corrupto y es un rey asustado. Porque un rey asustado hará todo lo posible para eliminar la causa de su miedo. Hará recorrer a sus hombres cielo y tierra para encontrarme a mí, la aberración a la que no puede hacer daño si no es agrediéndome físicamente. También buscará a mi madre, así que prácticamente veo su plan materializado. Utilizará a Söda y a papá. Es el único modo de atraernos hasta él.
Mañana Uriah y yo nos acercaremos a Veevarest por aire. Yo utilizaré el instrumento volador de Yeray y Uriah montará sobre cualquier mutante que tenga alas y esté lo suficientemente loco como para acompañarnos. Todavía no sé por qué quiero hacer esto. Sobrevolar Veevarest solo para ver lo que ya es obvio que veré: calles destrozadas, ratas comiéndose las mercancías, cuervos alimentándose de la carne de algún pobre desgraciado... Pero y luego, ¿qué? ¿Qué haré después de haber visto el desastre que ha formado el rey?
Cadmi y el resto han podido comprobar que el rey ha triplicado la guardia. Nos sería imposible penetrar en la ciudad sin ser vistos y me juego lo que sea a que si intentamos hacer frente a los soldados saldremos desfavorecidos. Nos ganan en número y armamento, eso está claro.
Pero esto no ha acabado. Las opciones no acaban ahí. Todavía queda gente en Rhycund y Uriah ha mencionado a un tercer clan de Salvajes. Y, tarde o temprano, deberé recurrir a una persona que eché hace nada de mi vida, alguien que ha actuado mal pero lo ha hecho con astucia.
"Estaré donde el agua tiembla a mi paso" fue lo último que dijo.
Será divertido.
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Igneous
MaceraEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...