Parte 1: Capítulo 14

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Capítulo XIV

Tormenta

Pasa el rato e intento hacer oidos sordos a las estruendosas gotas que chocan contra el techo, intentando agujerearlo. Tengo los ojos cerrados aunque continúo consciente. La herida empieza a escocerme y si no me duermo pronto lo lamentaré.

Por un momento noto un cosquilleo en mis muñecas y tengo la vaga sensación de que me arrastran. ¿Será uno de los efectos de la medicina de Lynne? No. Realmente siento que tiran de mí, que me arrastran por el suelo. Compruebo que estoy en lo cierto cuando millones de gotas caen con fuerte estrépito sobre mi frente y me empapan la cara. Quiero abrir los ojos pero no puedo. Ahora el cosquilleo se transforma en dolor en mis muñecas.

Sea lo que sea lo que me arrastra, me suelta y noto como empiezo a hundirme lentamente en el lodo.

Empiezo a alarmarme. No consigo abrir los ojos por más que lo intente ni tampoco mover ninguna parte de mi cuerpo. Justo cuando tan solo mi cabeza y mis rodillas quedan a la superficie, unas manos me agarran de nuevo por los antebrazos y me sacan con pesadez del lodo. Continúan arrastrándome. "¿Es esto un sueño?" me pregunto para mis adentros. Eso parece aunque normalmente suelo ver lo que ocurre y ahora, salvo la luz de algún rayo, lo veo todo oscuro.

Siento como el fango se desliza espeso por mi cabello. Continúan arrastrándome durante unos minutos que se me hacen eternos en los que intento con todas mis fuerzas mover algún músculo o abrir un poco los ojos. Bueno, intento mover algo con todas las fuerzas que puede albergar mi cuerpo dormido. Si esto es una pesadilla, bastará con pellizcarme en un brazo para despertar pero, ¿Cómo voy a pellizcarme nada si no puedo mover ni un dedo?

Las manos que me arrastraban ahora me ponen en pie cogiéndome de las axilas y apoyo los pies en el resbaladizo suelo sin apenas estabilizarme.

Consigo entreabrir los ojos unos milímetros pero cuando lo hago me escuecen y los cierro de nuevo. Vuelvo a intentar abrirlos, esforzándome por no volverlos a cerrar y veo una forma justo delante de mí con los brazos extendidos para sostenerme. Un oportuno rayo que cae en alguna parte del bosque ilumina su rostro.

- ¿Jean? - consigo balbucear a duras penas.

Jean me mira con lástima y de repente noto como un puño se hunde en mi abdomen y reaviva el dolor de mis cortes. Me resbalo de entre las manos de Jean y caigo al suelo de nuevo. No sé qué está pasando pero el lodo me traga de nuevo y he de ponerme en pie, pero no puedo. Tengo el cuerpo completamente dormido. Alguien se agacha a mi lado.

Es Fred. Este me coge por la cintura y me golpea contra una superficie de madera. Pasa una cuerda por mi estómago, provocando un punzante dolor en mis heridas, ahora en carne viva, a causa del agua, del lodo y del roce de la cuerda. Grito de dolor y Fred me golpea de nuevo, ahogando mi grito en una simple y débil gárgara. Sé que estoy apoyada en algo de madera porque me clavo un par de astillas en la nuca.

Cuando acaba de atarme el dorso, alza mis brazos por encima de mi cabeza y los inmoviliza contra la superficie astillosa con fuerza.

No logro entender qué está ocurriendo, pero en lo único que puedo pensar ahora es en escapar de Fred y Jean. He de deshacerme de estas cuerdas.

Mi piel empieza a notar el tacto de la cuerda. Estoy despertando.

Empiezo a forcejear en cuanto mi cuerpo vuelve en sí pero de repente me sobresalta un cuchillo apuntando sobre mi mejilla y quedo completamente inmóbil. Una voz conocida sisea en mi oído:

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